Ordenanzas Importantes del Servicio de Correos durante la Administración de la Corona
1776-1794
Real Ordenanza del Correo Marítimo, se publica el 26 de enero de 1777 y está vigente hasta 1802, año en que el correo marítimo, que tenía su propiaflota de barcos conocidos como “Bajeles”, entrega a la Armada Española, el transporte del correo marítimo, así como toda su flota.
Real Ordenanza de Correos de 1778, se publica el 22 de mayo de ese año y especifica que el robo o violación de la correspondencia será castigado de manera severa. En el caso concreto del Virreinato de la Nueva España esta real orden se mantuvo vigente hasta el año de 1812, en que Félix María Calleja, con motivo de la Guerra de Independencia, ordena que se abriera toda la correspondencia en los pueblos y ciudades donde se sabía que vivían los llamados en ese entonces “nacionales” hoy conocidos por la Historia como Insurgentes.
Real Ordenanza de Correos de 1782, establece el uso de los “Buzones” en las administraciones de correos y menciona la aparición del personaje más emblemático de todo el correo: “El Cartero”
De 1580 a 1795, el usuario o destinatario del servicio de correos, salvo los lugares donde a partir del siglo XVIII, ya existía la persona del cartero, solían acudir a las oficinas de correos a recoger su correspondencia y paquetería y pagar ahí el importe del servicio.
“Las Listas de Correspondencia”. La forma de entrega de la correspondencia en un principio era acudiendo a la oficina del Correo Mayor a revisar las listas que pegaban en algún sitio visible y tenían la peculiaridad que se hacían listas de las cartas y los impresos que habían llegado procedentes de rumbo o de una línea específica, por ejemplo, se hacía una lista con todas las cartas provenientes de Zacatecas, de Taxco, de Valladolid, y así sucesivamente y cada “línea” o “rumbo” por lo general tenían un día al mes o a la semana o cada quince días, en que llegaban de acuerdo a la periodicidad de cada ruta.
“Las Cajas de Apartado” surgen en el servicio de correos, desde el siglo XVIII, siendo la Ordenanza de 1743, la primera que formaliza su existencia y norma su operación. Ya en el siglo XIX, las cajas de apartado se generalizan en las oficinas de correos, en especial en las oficinas importantes de los centros urbanos y consistían, en un principio, en muebles de madera con divisiones de cajones, en donde se depositaba la correspondencia. Colocadas con las puertas cerradas hacía afuera de la oficina, cada una con su propia llave y con numeración progresiva; hacia adentro estaban totalmente descubiertas, lo que facilitaba a los empleados de correos la colocación de la correspondencia. Hasta la fecha, quien quiera tener una Caja de Apartado Postal en alguna oficina de correos que aun cuente con este servicio, el usuario tiene que celebrar un contrato o convenio con el Servicio Postal Mexicano.
El primer cartero que tuvo la ciudad de México se llamó José Lazcano y fue todo un acontecimiento en su momento. Él tenía la obligación de anotar los cambios de domicilio, indagar los nuevos y dejar las cartas en manos de los destinatarios, salvo que conociera a sus parientes y/o criados. Cuando la carta era certificada recogía el recibo y lo entregaba al administrador. Según la Ordenanza, toda correspondencia debía de repartirse y entregarse en un plazo de doce horas, por lo que el retraso en la entrega o la alteración en el precio del servicio era motivo de despido. Los primeros carteros, no tenían sueldo, estaban a destajo y obtenían como paga de su trabajo, un cuarto de real de sobreporte por carta entregada o sea que era el destinatario quien en realidad le pagaba.Si un cartero entregaba al día, en una jornada que podía ser hasta de doce horas, cien cartas, éste recibía de jornal algo así como 25 reales; aquí no se incluyen el reparto de los paquetes que eran, algunos, bastante voluminosos.
Nota alusiva a la moneda en el Imperio Español y Nueva España:El real español era una moneda de plata de 3,35 gramos que empezó a circular en Castilla en el siglo XIV y fue la base del sistema monetario español hasta mediados del siglo XIX. A partir del año 1497 tenía un valor de 34 maravedíes. En ese mismo año, la Pragmática de Medina del Campo emitida por los reyes Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón establecía en detalle el peso y la cantidad de plata que debía poseer el real acuñado, además de ordenar la presencia de la sigla del ensayador respectivo en cada moneda, así como la sigla de la ceca donde fue acuñada. Su cambio en época de Felipe II era de 1 real de plata por 34 maravedíes y, a su vez, 1 escudo de oro por 16 reales de plata.
Los múltiplos eran las monedas de 2 reales, 4 reales y la conocida y famosa pieza de 8 reales o «real de a 8». Estas monedas eran producidas en gran cantidad durante los siglos XVI, XVII y XVIII, no sólo en las cecas de la misma España sino también en sus colonias americanas, como en las cecas de México, activa desde 1535, Lima, activa desde 1568, Potosí, activa desde 1574, Bogotá, activa desde 1627, Popayán, activa desde 1758, y Santiago de Chile, activa desde 1749; tal abundancia de cecas en diversos lugares y la adecuada ley de plata de sus productos generó que el real español fuese una moneda frecuente de hallar en los mercados mundiales en el periodo entre 1600 y 1800, al punto que el real era utilizado comúnmente como dinero circulante, incluso fuera de los dominios españoles.
Existían el real, medio real, cuarto y sexto de real de plata de once dineros y cuatro granos de ley y talla de sesenta y seis piezas de un real por un marco desde don Pedro I. Los reyes Enrique II, Juan I, Enrique III, Juan II y Enrique IV acuñaron los suyos a la misma ley y talla.
Real Ordenanza de Correos de 1794. No obstante que la ordenanza de 1782 establecía la conveniencia de la entrega de la correspondencia a domicilio, la experiencia de José Lazcano fue transitoria, a manera de prueba y posteriormente fue suprimida; no fue sino hasta el año de 1795, obedeciendo la ordenanza del año anterior que se estableció en las Administraciones Principales de México y Veracruz, así como en las Oficinas Principales y Subalternas de las ciudades y villas más importantes de la Colonia, la entrega de las cartas a domicilio, ya en forma definitiva. Los carteros cobraban los portes que aparecían anotados en cada envío y además ½ real por cada carta que entregaban; quedándosele al cartero sólo el importe de ¼ de real.
Real Ordenanza de Correos de 1817
Los Administradores de Correos del 1 de julio de 1776, al 10 de febrero de 1822
Domingo Antonio López 1-VII-1776/8-VI-1779
Laureano Teixa de Senande (interino) 9-VII-1779/4-I-1780
Antonio Joaquín Fernández de 4-I-1780/ 27-XI-1782
La Vega (interino) 27-VI-1783/25-X-1790
Laureano Teixa de Senande(interino) 28-XI-1782/ 26-VII-1783
Andrés Mendívil de Amirola 26-X-1790/ 10-II-1822
Durante los últimos años del régimen Colonial, en Nueva España existían dos Administraciones Generales de Correos: La Administración General de Veracruz y la Administración General de México; se contaba con 16 Administraciones Principales y 35 Subalternas.
El correo en el México Independiente |
Consumada la independencia el 27 de septiembre de 1821, al correo que se le denominaba y consideraba hasta entonces como “La Renta de Correos”, pasa a ser “Ramo de Correos” dependiendo de la Secretaría de Estado y del Despacho Universal de Relaciones Interiores y Exteriores y Gobernación y curiosamente, a escasos 42 días, el 8 de noviembre de 1821, la Junta Provisional de la Regencia especifica que el “Coreo” subsistirá con los emolumentos que obtuviera por prestar el servicio. El 10 de febrero de 1822 es nombrado el señor don José María Beltrán como el primer Administrador General del Servicio de Correos del México Independiente.
Según las estadísticas de la época, el Correo en el año de 1800, cuando se consideraba que el país tenía una población aproximada de entre seis y ocho millones de habitantes, la red postal tenía una extensión de casi 25,000 kilómetros, contaba para el despacho de la correspondencia 401 oficinas en todo el territorio de la entonces Nueva España, atendidas por944 empleados y tan sólo en ese año movió1,100,000 piezas postales entre cartas y paquetes.
Nota: en los 944 empleados de la estadística de 1800, van incluidos 483 empleados de las Oficinas Agregadas y Subalternas.
El 27 de mayo de 1823, por Decreto de la Regencia del Imperio se suprimió la Administración General de Veracruz, quedando con el carácter de Administración Principal, subordinada a la Administración General de México.
El 16 de noviembre de 1824, ya durante la presidencia del general Guadalupe Victoria, por decreto de éste, la Administración General de Correos de la República Mexicana, pasa a depender de la Secretaría de Hacienda y se establece un Reglamento Interno para su operación el 8 de diciembre de ese mismo año.
El 10 de octubre de 1824, al iniciarse el mandato del Presidente Guadalupe Victoria y a seis días de haberse jurado y promulgado la Constitución Federativa de los Estados Unidos Mexicanos, la primera constitución del México independiente conocida comúnmente como La Constitución de 1824, la Administración General de Correos en la ciudad de México contaba con 20 empleados y un presupuesto de $ 17,915 anuales para el pago de los mismos, dependiendo de ella directamente también 33 oficinas subalternas con un empleado cada una, aparte de 70 oficinas agregadas.
Oficinas Principales del Correo en México en 1824:
Puebla.- Principal, dotada con 6 empleados y $ 4,000 anuales para su pago; de ella dependían 34 Oficinas Agregadas con 10% de honorarios.
Oaxaca.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 2,000 anuales para su pago; de ella dependían 13 Oficinas Agregadas con 5 % y 10% de honorarios.
Morelia.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 1,800 anuales para su pago; con 24 Oficinas agregadas con 10% de honorarios.
Querétaro.- Principal, dotada con 4 empleados y $ 2,300 anuales para su pago; con 2 Administraciones Subalternas: Celaya y San Miguel el Grande, con $ 250 anuales cada una. Con 12 Oficinas Agregadas con el 10 % de honorarios y 2 con el 25% de honorarios.
Guanajuato.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 1,700 anuales para su pago; de ella dependían 8 Oficinas Agregadas, con 10 % de honorarios.
Guadalajara.- Principal, dotada con 5 empleados y $ 2,700 anuales para su pago; de ella dependían 53 Oficinas Agregadas con 10% de honorarios.
Durango.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 1,500 anuales para su pago; de ella dependían 15 Oficinas Agregadas con 10 % de honorarios.
San Luis Potosí.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 1,800 anuales para su pago; con 32 Oficinas Agregadas con un 10 % de honorarios.
Zacatecas.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 1,800 anuales para su pago; con 15 Oficinas Agregadas con un 10% de honorarios.
Chihuahua.- principal, dotada con 2 empleados y $ 1,300 anuales para su pago; con 15 Oficinas Agregadas con un 10 % de honorarios.
Coahuila y Texas.- Principal, dotada con 2 empleados y $ 1, 600 anuales para su pago; con 17 Oficinas Agregadas con el 8 % y 10 % de honorarios.
Jalapa.- Principal, dotada con 4 empleados y $ 2,000 anuales para su pago; con 10 Oficinas Agregadas, con el 10, 15 y 20 % de honorarios.
Orizaba.- Principal, dotada con 2 empleados y $ 1, 165 anuales para su pago;
con 1 Oficina Agregada con el 20% de honorarios.
Campeche.- Principal, dotada con 4 empleados y $ 2,600 anuales para su pago.
Mérida.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 2,800 anuales para su pago; con 8 Oficinas Agregadas, con el 10, 15 y 20 % de honorarios.
La Administración General de Correos de Veracruz, que se convirtió a partir de 1823 en Oficina Principal, tenía bajo su jurisdicción a 5 Oficinas Principales, y 28 Oficinas Agregadas. En su momento contaba con 23 empleados en total.
Nota: durante la época de La Colonia, las Oficinas Principales de Campeche y Mérida, pertenecían a la Capitanía General de Yucatán y dependían directamente de la Dirección General de Correos en Madrid, España.
Por la Ley del 10 de noviembre de 1824, expedida por el Presidente Gral. Guadalupe Victoria, se dio el rango de “Comisarías” a todas las oficinas de correos “Foráneas”, que eran las conocidas como subalternas.

General Guadalupe Victoria |
Acta de Independencia del Imperio Mexicano

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El servicio de correos en México durante el siglo XIX |
El Servicio de Correos en México, durante el siglo XIX, en especial en la primera mitad de este controvertido siglo, administrado y operado por mexicanos, al igual que la sociedad de la que era un reflejo, sufrió todas las altas y bajas que experimentó el país en este siglo, por demás azaroso, de nacimiento y surgimiento donde los gobiernos liberales y conservadores se sucedían en el poder y las intervenciones extranjeras lo desangraron con varias guerras como la invasión norteamericana en 1847, en la que el país perdió más de la mitad de su territorio y la invasión francesa entre 1862 y 1867 y como preámbulo a todo esto, la guerra de Texas en 1836 que cercenó más de la mitad de su territorio al otrora estado de Coahuila-Texas. No obstante este sombrío panorama, el servicio de correos jamás se interrumpió, aun en épocas de guerra; al contrario, fue la etapa en que al igual que todos los servicios de correos de todo el mundo, a la par con la Revolución Industrial y el progreso y crecimiento de los grandes centros urbanos, el correo mexicano se adhiere a la famosa Revolución Postal que en Inglaterra encabezara Rowland Hill, Director General del Correo Británico en el año de 1840.
La Reforma Postal de 1840 |
La Prestación del Servicio de Correos deja de ser prerrogativa de las clases adineradas: la nobleza y la burguesía y se hace extensiva a toda la sociedad mediante el establecimiento del “franqueo previo” con una cuota baja y única, no importando la distancia entre el punto de origen y el de destino, pues la popularización del servicio y el alto volumen de envíos lo consolidó como una renta del estado al servicio de la sociedad, redituable económicamente. Como resultado de este proceso nace la “estampilla postal”.
¿En qué consistió la Reforma Postal de 1840, misma a la que México se adhirió hasta el año de 1856 bajo la presidencia de Ignacio Comonfort? Hasta antes de 1840, en todo el mundo, los servicios de correos seguían cobrando el franqueo de la correspondencia y paquetería a sus destinatarios en el momento que se les entregaba, situación que en ocasiones hacía difícil para todas las administraciones postales del mundo, el hecho de cobrar por un lado y por el otro, era muy frecuente que si una persona, aun sabiendo que le habían enviado una carta o un paquete, no tenía los recursos económicos con que ir a las oficinas de correos a recogerlos, los dejaba ahí por tiempo indefinido, viéndose afectados las administraciones de correos por la falta de pago y el hacinamiento en sus bodegas de todo el material rezagado.
En cierta forma, el servicio de correos en un principio siempre fue un servicio caro; no todas las personas tenían los recursos económicos para hacerlo, además de que era un servicio circunscrito, de alguna manera, sólo para aquellos que sabían leer y escribir y en el siglo XIX, no sólo en México, sino en el mundo entero, el alto grado de analfabetismo era común entre la gran mayoría de la población.
Fue en Inglaterra, durante los inicios del largo reinado de la Reina Victoria, misma que dio su nombre a todo ese tiempo conocido como la “Era o Época Victoriana” en 1840, que Sir Rowland Hill, Director del Correo Inglés estableció el uso del “franqueo previo” o pago previo para el envío de los legajos, cartas y paquetería, mediante el pago de una cuota accesible al común denominador de todos los ciudadanos ingleses; no hay que olvidar que con el fenómeno del colonialismo, con la expansión inglesa a todo el África, India y Oceanía, para los ciudadanos ingleses era imprescindible tener comunicación con sus seres queridos, amigos y familiares a un precio accesible y es así como nace la estampilla postal. Se inventa un trozo de papel engomado que adherido a la carta o paquetes contenga el costo o precio del mismo, con algún simbolismo. La primera estampilla postal del mundo fue el famoso Penny Black, una estampilla que ostentaba el perfil de la joven reina Victoria en color negro; su costo era precisamente el equivalente a un “Penny”.

Penny Black, la primer estampilla |

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a previa a la invención de las estampillas postales fue necesaria primero, la invención del “sobre” adonde se iba a adherir la estampilla y se le atribuye a un librero inglés de apellido “Brewer”, quién se cree lo inventó entre 1830 y 1840; curiosamente este personaje era muy amigo de un destacado funcionario del museo británico llamado John E. Gray, que con el tiempo llegó a ser Director del mismo museo y a quien después conoceremos como el padre de la filatelia; antes de esta época las cartas iban envueltas en simples pliegos de papel doblados a mano situación que popularizó el uso del lacre y sellos de metal para sellar cada carta.
La Reforma Postal en México en el año de 1856 |
El Decreto de 21 de febrero de 1856, firmado por el Presidente Ignacio Comonfort y siendo el Administrador General de Correos el Dr. Don Valentín Gómez Farías, expresidente de la República y connotado liberal, estableció y reglamentó el “franqueo postal previo” entrando así México de lleno a la Reforma Postal Mundial.

Presidente Ignacio Comonfort |

Valentín Gómez Farias |

Guillermo Prieto, Administrador General de Correos |
El artículo II del mencionado Decreto decía a la letra: La Administración General de Correos abrirá sellos que representen el busto del primer héroe de la Independencia: el s. D. Miguel Hidalgo, expresándose en ellos el valor que cada uno deba tener, que será el de medio real, uno, dos, cuatro y ocho reales, los cuales servirán para marcar la correspondencia franca por medio de estampillas,
El artículo III, completaba lo siguiente: Los sellos de que habla el artículo anterior se expenderán en esta capital en la administración General de Correos, y en los lugares que ella designe, practicándose lo mismo en todas las administraciones foráneas que pertenezcan a la renta, todo bajo su responsabilidad, previa la cuenta que debería llevarles la Contaduría General del Ramo.
El Reglamento de la Oficina de Estampas |
Posteriormente, ya siendo Administrador General de Correos don Guillermo Prieto, se publica el Reglamento de la Oficina de Estampas el 15 de julio de 1856, que normó todo lo relacionado con la confección de estampillas, sus precios, distribución y manejo de manera minuciosa. Las estampillas, estampas como se les llamó, debían de adherirse a las correspondencias, por los empleados de Correos y expresaban en sí mismas el pago. El exceso de cuotas o porte se pagaba en el lugar de su destino por los destinatarios, cargándose el valor de la factura a la Administración de Correos para donde fuera consignada.
La Importancia de las “contramarcas”
El artículo 15 del Reglamento de la Oficina de Estampas establecía que desde el momento en que una oficina de correos recibía una dotación de estampillas, antes de venderlas debía marcarlas con el sello de la administración correspondiente, de donde saldría la correspondencia; estas contramarcas que identificaban el lugar de procedencia protegía a las mismas estampillas en caso de que se extraviaran, pues sin contramarca no tenían valor ni podían ser utilizadas para porte. A la larga esta medida ha dado un inmenso valor filatélico a estas estampillas.
Los 47 Distritos y los 11 Sub-Distritos en 1856
En el año de 1856, el territorio mexicano contaba con 47 Administraciones Principales a través de las cuales se prestaba el servicio de correos que no necesariamente correspondían a los estados en que estaba dividida la República; a esta división se le conoce hasta la fecha sobre todo en la literatura filatélica como “Distritos” y a saber eran:
Acapulco, Apam, Campeche, Cuernavaca, Chalco, Chiapas, Chihuahua, Ciudad Bravo, Córdoba, Durango, Guadalajara, Guanajuato, Hermosillo, Huejutla, Isla del Carmen, Ixtlahuaca, Jalapa, lagos, Lerma, Maravatío, Mazatlán, Mérida, México, Monterrey, Morelia, Oaxaca, Orizaba, Pachuca, Puebla, Querétaro, Saltillo, San Luis Potosí, Sayaniquilpan, Sultepec, Tabasco, Tampico, Temascaltepec, Tepic; Tixtla Guerrero; Tlalpujahua, Toluca, Tula, Tulancingo, Veracruz; Victoria, Tamaulipas; Iguala, Zacatecas.
Además de las siguientes Oficinas Subalternas (Sub-Distritos): Aguascalientes, Baja California, Colima, Cuautitlán, Perote, Polotitlán, San Felipe del Obraje, Tacubaya, Texcoco, Tlalpan, Villa del Valle y Zitácuaro.
A partir del Decreto del 15 de diciembre de 1856 se establece el “franqueo previo forzoso” para toda clase de correspondencias y se estableció una sola tarifa para dos distancias únicamente: de 1 a 16 leguas y de 17 leguas en adelante.
La primera emisión de estampillas mexicanas conocida como ”Los Hidalgos”, circuló del 1 de agosto de 1856 al 17 de abril de 1861 y curiosamente cubre una etapa histórica crucial para México, “La Guerra de Reforma”
El grabado de la estampilla de don Miguel Hidalgo es obra del famoso grabador don José Villegas, un trabajo delineado con gran finura y un acabado perfecto; no así su impresión debido a que la Oficina Impresora del Gobierno no contaba por aquella época con los elementos que el caso requería; no había máquinas especiales para los transportes de los dados o matrices; se usaba tórculo. Las placas eran de latón de 3 mm y no de cobre o acero como se creía en un principio y las tintas eran preparadas por los mismos impresores. En estas condiciones era muy difícil lograr un tiraje y un colorido uniforme, y por eso hay estampillas con doble transporte de la matriz en la parte alta o baja en todos los valores de la emisión.
La impresión de esta histórica emisión constó de cinco denominaciones: ½ real (azul), 1 real (amarillo), 2 reales (verde esmeralda), 4 reales (rojo) y 8 reales (lila).
La importancia de la Filatelia en México |
La filatelia, hija del coleccionismo y la estampilla postal, tal vez el objeto de colección más importante de que dispone el hombre, surgieron casi juntas porque la estampilla desde su concepción llevaba en sí misma los elementos que con el tiempo la iban a convertir en el objeto más preciado de colección de muchos países, dado su tamaño, diversidad, temática, colorido, precio y nacionalidad.
El primer coleccionista de que se tiene memoria es nada menos que el mismo John E. Gray del Museo Británico, ya que en 1841 a un año de haber aparecido la primera estampilla postal se dedicó a coleccionarlas con criterio metodológico, aunque de hecho el vocablo como tal fue acuñado hasta el año de 1865, cuando el comerciante y coleccionista de estampillas postales francés Georges Herpin, propuso el término en un artículo escrito para el periódico Le collectionneur de Timbres Poste, de París, que salió publicado el 15 de noviembre de 1864. La palabra la formó de dos vocablos griegos: philos, que significa en su mejor acepción para el caso "amante" o "amigo", y atelia, derivado a su vez de ateles, que significa originalmente exención de impuestos y que por ser precisamente lo contrario, se tomó como "pagado previamente" o "pagado de antemano". La Real Academia Española de la Lengua lo adoptó al español del francés hasta el año de 1922.
La importancia y trascendencia de la filatelia radica en el hecho de que cada estampilla de acuerdo a su temática se convierte en un especie de ícono o breviario cultural que viaja alrededor del planeta llevando un mensaje de paz, de conocimientos, de ideas, de imágenes, aportando toda una serie de valores que la hacen única; de esta manera cada estampilla postal emitida por cada uno de los países miembros de la Unión Postal Universal, se convierte en una embajadora cultural de buena voluntad y nos comenta, cuenta y narra acerca de tantas cosas, tantas, que no tiene más límites que la imaginación misma.
Las estampillas postales conmemoran acontecimientos históricos, culturales, efemérides, consignan descubrimientos científicos, geográficos, nos exponen justas deportivas como las olimpiadas o los campeonatos mundiales de futbol, las obras de arte más representativas de la humanidad; en síntesis, compendian todo el conocimiento acumulado del hombre en su diminuto tamaño, siendo uno de los mejores vehículos de comunicación entre los pueblos para un genuino intercambio de ideas, valores y conocimientos. Una estampilla postal lo mismo ostenta la reproducción de una obra de arte, que la fotografía o pintura de personajes célebres como héroes patrios, pintores, escritores, escultores, científicos, maestros y académicos connotados, artistas favoritos de las grandes mayorías, que la belleza inigualable de la flora y fauna representativa de cada país.
Dedicarse a un pasatiempo, y más que esto, al arte de la filatelia, además de la pasión por coleccionar, por escudriñar y por saber, se requiere disciplina y la constancia de un verdadero investigador que verá coronados sus esfuerzos al dominarla y poder trasmitirla a sus hijos, amigos y gentes interesadas en la materia.
Para la clasificación de la filatelia mexicana, los más acuciosos investigadores, de entre los que destaca el ya fallecido don Carlos Fernández Terán, la dividen en cinco periodos o épocas: El Clásico (1856-1883); el Antiguo (1884-1900); La Época Revolucionaria (1910-1923) el Periodo Moderno (1924-2006) y el Actual, de 2006 para acá, ya bien entrado el siglo XXI; lo que equivale a decir que contamos con un invaluable acervo filatélico de tres siglos que sobrepasan ya las cinco mil estampillas postales que, en miles de millones de tiraje ha emitido el Correo Mexicano.

Carlos Fernández Terán |
La mayoría de los experimentados filatelistas, los verdaderos conocedores de la filatelia mexicana, considerada como una de las mejores o más sobresalientes del mundo, valoran la rara exquisitez de sus piezas ya que dentro de ellas existen verdaderas obras de arte por el diseño gráfico estampado y emisiones representativas muy localizadas que marcan todo un hito dentro de la historia del país, como las que ostentan a Cuauhtémoc, último emperador azteca , con un valor de 30 centavos, y la famosa estampilla emitida el 2 de abril de 1922, de 50 centavos, hecha en grabado para conmemorar el correo aéreo que es un águila sobrevolando la población de Amecameca, teniendo como fondo los volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl, con la leyenda “Correo Aéreo”. Es muy importante destacar que el primer vuelo que transportó correspondencia del correo se llevó a cabo el 6 de julio de 1917, en un recorrido de 110 kilómetros, de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, a la ciudad de México, habiéndose cubierto la ruta en 53 minutos.
El correo mexicano, aparte de las estampillas postales conmemorativas y especiales, ha emitido de 1916 a la fecha, Siete Series Permanentes, la primera conocida como la de “Los Hombres Ilustres” de 1916 a 1923; la de “Lugares y Monumentos” de 1923 a 1934; la tercera serie permanente no tuvo nombre ni denominación especial y fue de 1934 a 1950; la cuarta conocida como “Arquitectura y Arqueología”, de 1959 a 1976, tuvo 25 años de vigencia y se caracterizó por contar entre sus viñetas algunas piezas de gran valor filatélico, ya clásicas de la filatelia mexicana. La quinta serie permanente o emisión regular fue “México Exporta” de 1975 a 1992, plasmando los productos que México exporta con diferentes valores faciales. También son importantes las estampillas postales del “Seguro Postal”; las series preolímpicas de 1965ª 1967 y las olímpicas en 1968.
Actualmente la diversidad de diseños y temas abordados por la filatelia mexicana la hacen muy atractiva, incluyendo estampillas elípticas, ovaladas y con elementos de Braille. La sexta serie permanente se denominó “México Turístico” de 1992 a 2002, con una vigencia de diez años. Además en medio de estas series permanentes es muy importante mencionar las que se derivaron de la serie “México Conserva” como las planillas de “Conservemos las Especies” donde se ilustra toda la biodiversidad del país y “Conservemos las Especies Marinas”. Por último en el año de 2005, en noviembre se canceló la séptima serie permanente “México Creación Popular”, integrada en su primera etapa por 18 diseños de artesanías populares. Esta serie tiene una diversidad de valores faciales destinados al porte y como toda serie permanente se caracteriza por su vigencia, circulación de varios años, la unidad temática que la conforma y el tiraje ilimitado de acuerdo a las necesidades del servicio.
Aquí hay que aprovechar para hacer un montaje espectacular de la filatelia mexicana, explicando de una manera pedagógica cómo se concibe cada estampilla postal y cómo está conformada: sus diferentes tamaños, sus valores faciales y las políticas que existen al respecto de sus emisiones.
El correo y el género epistolar |
El Correo propicia en el mundo entero el florecimiento del arte de escribir y la carta se convierte en la mensajera idónea para trasmitir ideas; siendo requisito ineludible de este proceso la existencia de un remitente y un destinatario.
La carta de persona a persona, como un medio de comunicación, de expresar sentimientos, afectos, maneras de pensar, aportar diversos puntos de vista sobre algún cuestionamiento o planteamiento latente en la sociedad, difundir ideas, estrechar lazos de amistad entre tantas posibilidades, surge como todo un género literario a partir de la segunda mitad del Siglo XVIII, con los Enciclopedistas y se consolida, gracias a la expansión del servicio de correos durante el transcurso de los siglos XIX y XX y se le conoce como “Género Epistolar”
"El género epistolar, cuyo forma de expresión tradicional es el texto que comúnmente conocemos como carta, es uno de los más libres que existe dado que abarca una gran cantidad de temas y propósitos, expuestos de manera diversa, siempre y cuando cuente con un destinatario a quien va dirigida la carta y sus respectivos encabezamiento, saludo y despedida. En el cuerpo de la carta pueden aparecer recomendaciones, comentarios, solicitudes, diálogos, narraciones, poemas, notificaciones, argumentaciones de todo tipo hasta saludos y despedidas. En relación con sus objetivos y el ámbito de interés. Una carta puede ser privada, pública, oficial, abierta, doctrinal, científica, poética o amorosa. Evidentemente, su clasificación depende del grado de universalidad del mensaje que contenga, de la cantidad de personas a la que la carta puede alcanzar con sus significados.
Con el transcurrir del tiempo, el género epistolar ha cambiado su función en el mundo: la posibilidad de comunicación inmediata hace que se impongan los mensajes fragmentados, pequeñas piezas de lo que anteriormente eran las largas comunicaciones que escritas con pluma y contenidas en sobres lacrados viajaban por semanas o meses de un lugar a otro de un país o entre países y continentes para transmitir informaciones, pensamientos y sentimientos. Sin embargo, todavía hoy se escriben cartas y, aunque no lleguen con la frecuencia que solían hacerlo, todavía sentimos esa fascinación cuando un sobre o incluso un correo electrónica con cierta extensión nos llega, nos habla directamente y nos trae algo de la esencia del remitente.
Y si existe un tipo de carta que todavía tiene una vigencia fácilmente comprobable es la carta amorosa porque no existe dispositivo de comunicación que nos resuelva uno de los eternos retos humanos: ¿cómo puedo expresar lo que siento? Hace falta la voluntad de hacerlo, el sentarnos a escribir, el tener siempre presente la persona a quien dirigimos la carta, necesitamos imaginación pero también corazón, creatividad y sentimiento pero no debemos dejar de lado los argumentos. En la guerra, en el amor y en las cartas de amor todo parece estar permitido. Escribimos con ese tono íntimo y secreto de quien susurra pero, también, toda persona que le escribe al objeto de su amor quiere trascendencia, quiere que otros puedan entender el placer que obtiene cuando es correspondido y el martirio que significan las esperas, los rechazos, las despedidas y las rupturas.
Por eso, cuando escribimos una carta de amor, no escribimos sólo para que una única persona nos entienda sino también para que aquél que por accidente o con nuestra aprobación lea el texto, nos conozca un poco más y pueda él también reencontrarse, en su labor de lector, con las complejidades de ese sentimiento inabarcable que es el amor."
Nota, el autor de este texto es: Jesús Nieves Montero del Decanato de Estudios de Postgrado-Coordinación de Literatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
La “Carta” en la Literatura
En la España de la primera mitad del siglo XX, dentro del prolífico grupo de escritores en los que destacan los de la generación del 27 y los de la generación del 36, es sin lugar a dudas Miguel Hernández Gilabert, (Orihuela, 30 de octubre de 1910; Alicante, 28 de marzo de 1942) Poeta y dramaturgo, de origen humilde y de filiación republicana, soldado en el frente durante la cruenta Guerra Civil Española, uno de los escritores que dejó más huella dentro del género epistolar y sus cartas a Josefina dan cuenta de ello; sin embargo, su famoso poema “carta” que nos toca lo más profundo de la sensibilidad humana, enmarca entre sus versos, la trascendencia del hecho de comunicar sentimientos y de trastocar las más sensibles fibras de un espíritu libre en el ejercicio reflexivo de escribir que queda y trasciende más allá de la muerte.
Carta
El palomar de las cartas
abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas
donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia,
el corazón, el silencio.
Oigo un latido de cartas
navegando hacia su centro.
Donde voy, con las mujeres
y con los hombres me encuentro,
malheridos por la ausencia,
desgastados por el tiempo.
Cartas, relaciones, cartas:
tarjetas postales, sueños,
fragentos de ternura,
proyectados en el cielo,
lanzados de sangre a sangre
y de deseo a deseo
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.
En un rincón enmudecen
Cartas viejas, sobres viejos,
con el color de la edad
sobre la escritura puesta.
Allí perecen las cartas
llenas de estremecimientos. |
Allí agoniza la tinta
Y desfallecen los pliegos,
Y el papel se agujerea
Como un breve cementerio
De las pasiones de antes,
De los amores de luego.
Aunque bajo la tierra
Mi amante cuerpo esté,
Escríbeme a la tierra,
Que yo te escribiré
Cuando te voy a escribir
Se emocionan los tinteros:
Los negros tinteros fríos
Se ponen rojos y trémulos,
Y un claro calor humano
Sube desde el fondo negro.
Cuando te voy a escribir,
Te van a escribir mis huesos:
Te escribo con la imborrable
Tinta de mi sentimiento.
Allá va mi carta cálida,
Paloma forjada al fuego,
Con las dos alas plegadas
Y la dirección en medio.
Ave que sólo persigue,
Para nido, y aire y cielo,
Carne, manos, ojos tuyos,
Y el espacio de tu aliento
Y te quedarás desnuda
Dentro de tus sentimientos,
Sin ropa para sentirla
Del todo contra tu pecho. |
Aunque bajo la tierra
Mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.
Ayer se quedó una carta
Abandonada y sin dueño,
Volando sobre los ojos
de alguien que perdió su cuerpo.
Cartas que se quedan vivas
hablando para los muertos:
papel anhelante, humano,
sin ojos que puedan serlo.
Mientras los colmillos crecen,
Cada vez más cerca siento
La leve voz de tu carta
igual que un clamor inmenso.
La recibiré dormido,
Si no es posible despierto.
Y mis heridas serán
Los derramados tinteros,
Las bocas estremecidas
De rememorar tus besos,
Y con su inaudita voz
Han de repetir: te quiero.
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Este famoso poema del inmortal Miguel Hernández, concebido al estilo de los versos romanceados, forma parte de su libro El rayo que no cesa y a través de este, hace profundas reflexiones humanas sobre la comunicación epistolar que nos remiten al correo tradicional, a los carros correo del ferrocarril, a los carteros, al pregón para encontrarle destinatario a las cartas extraviadas y en especial, durante la guerra civil española, nos remite a los carteros voceando nombres en los patios de los cuarteles o en las trincheras donde a diario se enfrentaba a la muerte. Eran las cartas del pan del cariño en la distancia (tus cartas son un vino) el vino apasionado y generoso. La bella metáfora carta/paloma las equipara en blancura y diseño (con las dos alas plegadas...), símbolos de paz en milenario vuelo de mensajería. Oigo un latido de cartas: un pedazo de corazón viaja –fragmentos de la ternura– en el sobre. Malheridos por la ausencia: ¿quién como Miguel para expresar ausencias, soledades, despojos?
La carta” como fuente primordial, de primera mano, en la investigación histórica.
Con el paso del tiempo, el Género Epistolar se ha convertido en un valioso instrumento de investigación para los historiadores y las cartas de personas que en su momento tomaban decisiones cruciales en la vida y acontecimientos de sus pueblos, nos arrojan luz sobre lo que se decía, pensaba y escribía en su momento; como estas cartas que a continuación transcribimos, escritas entre los años de 1864 y 1867; dos por Benito Juárez García, a la sazón presidente de la República Mexicana, durante los aciagos años de la “Intervención Francesa y el Segundo Imperio” y una del famoso escritor francés Víctor Hugo, quien le dirige una carta al presidente Juárez, solicitándole perdone la vida a Maximiliano, el malogrado emperador de tan lamentable invasión extranjera que fue el colofón de la cruenta Guerra de Reforma.

Maximiliano de Habsburgo |
En el año de 1864, Maximiliano de Habsburgo, quien aceptando la invitación de varios integrantes del partido conservador, perdedores de la Guerra de Reforma, para que aceptara la corona de México, bajo la protección del invasor ejército francés, le escribe una carta al presidente Benito Juárez, supuestamente desde la goleta “Novara”, embarcación en la que hizo la travesía de Europa a México, a la que éste, de manera atenta el 30 de agosto de 1864, le da respuesta.
Benito Juárez
30 de Agosto de 1864.
"Respetable Señor:
Me habéis dirigido privadamente una carta fechada el 2 del corriente a bordo de la fragata Novara, y mi carácter de persona cortés y respetable me impone la obligación de contestarla aunque muy de prisa y sin meditación, pues, como debéis suponer, el importante y delicado cargo de Presidente de la República absorbe todo mi tiempo, y no me deja solaz ni aún de noche.
El filibusterismo francés está buscando minar y destruir nuestra nacionalidad, y yo que por mis principios y mi juramento soy el llamado a sostener la integridad nacional, su soberanía y su independencia, tengo que trabajar con mucha actividad, multiplicando mis esfuerzos, a fin de corresponder al sagrado depósito que la nación, ejerciendo sus facultades soberanas, me ha confiado. Esto no obstante, me propongo contestar, aunque muy brevemente, los puntos más importantes de vuestra carta.
Me decís que, "abandonando la sucesión de un trono en Europa, abandonando vuestra familia, vuestros amigos, vuestras propiedades y lo más caro del hombre, vuestro país, habéis venido con vuestra esposa Doña Carlota a tierras distantes y no conocidas, solo por obedecer un llamamiento espontáneo de una nación que fija en vos la felicidad de su porvenir". Admiro hasta cierto punto toda vuestra generosidad, pero me sorprende mucho encontrar en vuestra carta la frase "llamamiento espontáneo", pues yo había visto antes que cuando los traidores de mi país se presentaron bajo su propia autoridad, en Miramar, a ofreceros la corona de México con algunas actas de nueve o diez ciudades de la nación, no percibisteis en eso sino una farsa ridícula, indigna de la seria consideración de un hombre honrado y decente. En contestación a tal absurdo exigisteis la expresión libre de la voluntad nacional, como resultado del sufragio universal. Esto era pedir una imposibilidad; pero era el justo deber de un hombre honorable hacerlo: ¡Cuán grande, pues debe ser mi sorpresa, al veros venir al territorio mexicano, sin que se hayan cumplido alguna de las condiciones! Cómo no he de maravillarme al veros aceptar la misma farsa de los traidores, adoptar su lenguaje, condecorar y tomar en vuestro servicio bandidos como Márquez y Herrán, y rodear vuestra persona con esta clase peligrosa de la sociedad mexicana? Hablando francamente, me he engañado mucho: porque creía y esperaba que erais una de esas organizaciones puras que la ambición no puede corromper.
Me invitáis cordialmente a que vaya a México; a donde os dirigís a fin de que celebremos una conferencia en unión de otros jefes mexicanos armados hoy, prometiéndonos las fuerzas necesarias para nuestra escolta durante el viaje y empeñando como fianza y garantía, vuestra fe pública, vuestra palabra y vuestro honor. Es imposible, señor, que acceda a esta instancia, porque mis ocupaciones oficiales no me lo permiten. Pero si ejerciendo mis funciones públicas, pudiera aceptar tal invitación, no sería suficiente la fe pública, la palabra de honor de un agente de Napoleón el perjuro, de un hombre cuya seguridad está confiada a los mexicanos traidores, y que en este momento representa la causa de uno de los que firmaron el tratado de la Soledad. Conocemos demasiado bien en América el valor de esa fe pública, de esa palabra y de ese honor, justamente como sabe el pueblo francés lo que valen los juramentos y promesas de un Napoleón.
También decís que de la conferencia (si yo acepto), no dudáis que resulte la paz, y en ella la felicidad de la nación mexicana; que colocándose al imperio en un lugar de honor distinguido, contaría en lo futuro con mi talento y mi patriotismo para el bien general. Es indisputable, señor, que la historia de nuestros tiempos registre los nombres de grandes traidores, que han hecho traición a sus juramentos, a sus palabras y a sus promesas, que han sido falsos a su propio partido y principios, aun a sus antecedentes y a lo más sagrado para el hombre de honor: cierto también que en todos estos casos de traición el traidor ha sido guiado por la vil ambición de mando, y el deseo miserable de satisfacer sus pasiones y sus vicios; pero un hombre, a quien está confiado el cargo de Presidente de la República, saliendo como ha salido de las oscuras masas del pueblo, sucumbirá, si así lo decreta la sabiduría de la Providencia, desempeñando su deber hasta lo último, correspondiendo a las esperanzas de la nación. que preside, y satisfaciendo las aspiraciones de su propia conciencia.
La falta de tiempo me obliga a concluir, y sólo añadiré una observación. Al hombre le es dado a veces atacar los derechos de otro, apoderarse de sus propiedades, amenazar las vidas de los que se atreven a defender su nacionalidad, hacer aparecer las más esclarecidas virtudes como crímenes y hacer resplandecer sus vicios como virtudes. Pero hay una cosa que está fuera del alcance de los falsos y perversos, y esta es la sentencia tremenda de la historia. Ella nos juzgará.
BENITO JUÁREZ
Carta escrita por Benito Juárez García, presidente de la República Mexicana a don Matías Romero, en ese momento el representante del itinerante gobierno de México ante el gobierno de los estados Unidos de Norteamérica, en la que se da por enterado de las negociaciones diplomáticas que éste lleva a cabo y se opone terminantemente a que como contraparte de la posible ayuda de Estados Unidos a México, se comprometa la soberanía de los estados de Sonora y Sinaloa, que al parecer reclamaría Estados Unidos como pago y hace hincapié en los esfuerzos que los habitantes de esos estados han hecho combatiendo a las fuerzas invasoras francesas; también se entera, cosa que le da tranquilidad, de que el gobierno estadounidense no está dispuesto a reconocer al espurio Imperio de Maximiliano de Habsburgo, sostenido por las ballonetas de los ejércitos Franceses. |
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Chihuahua, enero 26 de 1865.
Sr. D. Matías Romero, Washington
Mi querido amigo: Por su carta de 14 de noviembre pasado y por las comunicaciones oficiales, que remite al ministerio, quedo impuesto de que las cosas han cambiado en esa de un modo favorable a nuestra causa, lo que celebro mucho, pues estaba yo muy inquieto por las noticias que corrían, de que ese gobierno estaba dispuesto a reconocer el imperio de Maximiliano. Así tendremos a lo menos una cooperación negativa de esa república, pues en cuanto a un auxilio positivo, que pudiera darnos, lo juzgo muy remoto y sumamente difícil, porque no es probable siquiera que el sur ceda un ápice a sus pretensiones y en tal caso, ese gobierno tiene que concluir la cuestión por medio de las armas, y esto demanda mucho tiempo y muchos sacrificios.
La idea que tienen algunos, según me dice usted de que ofrezcamos parte del territorio nacional para obtener el auxilio indicado, es no sólo antinacional, sino perjudicial a nuestra causa. La nación por el órgano legítimo de sus representantes ha manifestado de un modo expreso y terminante, que no es su voluntad que se hipoteque, o se enajene su territorio, como puede usted verlo en el decreto en que se me concedieron facultades extraordinarias para defender la independencia y si contrariásemos esta disposición, sublevaríamos al país contra nosotros y daríamos una arma poderosa al enemigo para que consumara su conquista. Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar ese atentado, entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquiera otra nación se apodera de algún punto de nuestro territorio y por nuestra debilidad no podemos arrojarlo de él, dejemos siquiera vivo nuestro derecho para que las generaciones que nos sucedan lo recobren. Malo sería dejarnos desarmar por una fuerza superior pero sería pésimo desarmar a nuestros hijos privándolos de un buen derecho, que más valientes, más patriotas y sufridos que nosotros lo harían valer y sabrían reivindicarlo algún día.
Es tanto más perjudicial la idea de enajenar el territorio en estas circunstancias, cuanto que los estados de Sonora y Sinaloa, que son los más codiciados, hacen hoy esfuerzos heroicos en la defensa nacional, son los más celosos de la integridad de su territorio y prestan al gobierno un apoyo firme y decidido. Ya sea, pues, por esa consideración, ya sea por la prohibición que la ley impone al gobierno de hipotecar o enajenar el territorio nacional y ya sea en fin porque esa prohibición está enteramente conforme con la opinión que he tenido y sostenido siempre sobre este negocio, repito a usted lo que ya le he dicho en mis cartas de 22 de diciembre último y posteriores, a saber: que no sólo debe usted seguir la patriótica conducta que ha observado de no apoyar semejante idea, sino que debe usted contrariarla trabajando por disuadir a sus autores haciéndoles presente las funestas consecuencias que nos traería su realización.
Celebro que haya usted quedado satisfecho de la opinión que observó en el ejército del general Grant respecto de nuestra causa. Esa opinión y la que ha manifestado mister Seward son una garantía que podremos tener de que el imperio de Maximiliano no sería reconocido por ese gobierno. Es lo único positivo que podemos esperar por ahora de esa república.
No me extiendo a más porque bajo la impresión del profundísimo pesar que destroza mi corazón por la muerte del hijo a quien más amaba, apenas he podido trazar las líneas que anteceden. Digo por la muerte del hijo a quien más amaba, porque según los términos de la carta de usted que recibí anoche, he comprendido, que sólo por lo funesto de la noticia, no me la ha dado usted de un golpe; pero en realidad mi amado hijo ya no existía, ya no existe. ¿No es verdad? Con toda mi alma deseo equivocarme y sería yo muy feliz si por el próximo correo que espero con verdadera ansiedad se me dijera que mi hijo estaba aliviado. ¡Remota esperanza que un funesto presentimiento desvanece, diciéndome que ya no hay remedio!
Adiós amigo mío. Sabe usted que lo aprecia su inconsolable y afectísimo.
Benito Juárez
Carta del escritor francés Víctor Hugo a Benito Juárez, del 20 de junio de 1867, solicitando el perdón a Maximiliano pero reconociendo el triunfo de la República y el mérito del presidente Juárez en la defensa de su patria. La peculiaridad de esta carta es que la fecha, su autor, un día después en que Maximiliano había sido fusilado en la ciudad de Querétaro, en el Cerro de las Campanas, el 19 de junio de 1867.
Juárez:
Usted ha igualado a John Brown. La América actual tiene dos héroes, John Brown y usted. John Brown por quien la esclavitud ha muerto; usted, por quien la libertad vive. México se ha salvado por un principio y por un hombre.
El principio es la República, el hombre, es usted.
Por lo demás, la suerte de todos los atentados monárquicos es terminar abortando. Toda usurpación empieza por Puebla y termina por Querétaro. En 1863, Europa se abalanzó contra América. Dos monarquías atacaron su democracia; una con un príncipe, otra con un ejército; el ejército llevó al príncipe. Entonces el mundo vio este espectáculo: por un lado, un ejército, el más aguerrido de Europa, teniendo como apoyo una flota tan poderosa en el mar como lo es él en tierra, teniendo como recursos todas el dinero de Francia, con un reclutamiento siempre renovado, un ejército bien dirigido, victorioso en África, en Crimea, en Italia, en China, valientemente fanático de su bandera, dueño de una gran cantidad de caballos, artillería y municiones formidables. Del otro lado, Juárez.
Por un lado, dos imperios; por otro, un hombre. Un hombre con otro puñado de hombres. Un hombre perseguido de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, de bosque en bosque, en la mira de los infames fusiles de los consejos de guerra, acosado, errante, refundido en las cavernas como una bestia salvaje, aislado en el desierto, por cuya cabeza se paga una recompensa. Teniendo por generales algunos desesperados, por soldados algunos harapientos. Sin dinero, sin pan, sin pólvora, sin cañones. Los arbustos por ciudadelas. Aquí la usurpación, llamada legitimidad, allá el derecho, llamado bandido. La usurpación, casco bien puesto y espada en mano, aplaudida por los obispos, empujando ante sí y arrastrando detrás de sí todas las legiones de la fuerza. El derecho, solo y desnudo. Usted, el derecho, aceptó el combate. La batalla de uno contra todos duró cinco años. A falta de hombres, usted usó como proyectiles las cosas. El clima, terrible, vino en su ayuda; tuvo usted por ayudante al sol. Tuvo por defensores los lagos infranqueables, los torrentes llenos de caimanes, los pantanos, llenos de fiebre, las malezas mórbidas, el vómito prieto de las tierras calientes, las soledades de sal, las vastas arenas sin agua y sin hierba donde los caballos mueren de sed y de hambre, la gran planicie severa de Anáhuac que se cuida con su desnudez, como Castilla, las planicies con abismos, siempre trémulas por el temblor de los volcanes, desde el de Colima hasta el Nevado de Toluca; usted pidió ayuda a sus barreras naturales, la aspereza de las cordilleras, los altos diques basálticos, las colosales rocas de pórfido. Usted llevó a cabo una guerra de gigantes, combatiendo a golpes de montaña.
Y un día, después de cinco años de humo, de polvo, y de ceguera, la nube se disipó y vimos a los dos imperios caer, no más monarquía, no más ejército, nada sino la enormidad de la usurpación en ruinas, y sobre estos escombros, un hombre de pie, Juárez, y, al lado de este hombre, la libertad.
Usted hizo tal cosa, Juárez, y es grande. Lo que le queda por hacer es más grande aún. Escuche, ciudadano presidente de la República Mexicana. Acaba usted de vencer a las monarquías con la democracia. Usted les mostró el poder de ésta; muéstreles ahora su belleza. Después del rayo, muestre la aurora. Al cesarismo que masacra, muéstrele la República que deja vivir. A las monarquías que usurpan y exterminan, muéstreles el pueblo que reina y se modera. A los bárbaros, muéstreles la civilización. A los déspotas, los principios.
Dé a los reyes, frente al pueblo, la humillación del deslumbramiento. Acábelos mediante la piedad. Los principios se afirman, sobre todo, brindando protección a nuestro enemigo. La grandeza de los principios está en ignorar. Los hombres no tienen nombre ante los principios, los hombres son el Hombre. Los principios no conocen sino a sí mismos. En su estupidez augusta no saben sino esto: la vida humana es inviolable.
¡Oh, venerable imparcialidad de la verdad! El derecho sin discernimiento, ocupado solamente en ser derecho. ¡Qué belleza! Es importante que sea frente a aquellos que legalmente habrían merecido la muerte, cuando abjuremos de esta vía de hecho. La más bella caída del cadalso se hace delante del culpable.
¡Que el violador de principios sea salvaguardado por un principio! ¡Que tenga esa felicidad y esa vergüenza! Que el violador del derecho sea cobijado por el derecho. Despojándolo de su falsa inviolabilidad, la inviolabilidad real, pondrá usted al desnudo la verdadera, la inviolabilidad humana. Que quede estupefacto al ver que del lado por el cual él es sagrado, es el mismo por el cual no es emperador. Que este príncipe, que no se sabía hombre, aprenda que hay en él una miseria, el príncipe, y una majestad, el hombre. Nunca se presentó una oportunidad tan magnífica como ésta. ¿Se atreverán a matar a Berezowski en presencia de Maximiliano sano y salvo? Uno quiso matar a un rey, el otro, a una nación. Juárez, haga dar a la civilización ese paso inmenso. Juárez, abolid sobre toda la tierra la pena de muerte. Que el mundo vea esta cosa prodigiosa: la república tiene en su poder a su asesino, un emperador; en el momento de arrollarlo, se da cuenta de que es un hombre, lo suelta y le dice: Eres del pueblo como los demás. Vete.
Ésa será, Juárez, su segunda victoria. La primera, vencer a la usurpación, es soberbia; la segunda, perdonar al usurpador, será sublime. Sí, a esos reyes cuyas prisiones están repletas, cuyos cadalsos están oxidados de asesinatos, a esos reyes de caza, de exilios, de presidios y de Siberia, a los que tienen a Polonia, a Irlanda, a La Habana, a Creta, a esos príncipes obedecidos por los jueces, a esos jueces obedecidos por los verdugos, a esos verdugos obedecidos por la muerte, a esos emperadores que tan fácilmente mandan cortar una cabeza, ¡muéstreles cómo se salva la cabeza de un emperador!
Por encima de todos los códigos monárquicos de los que caen gotas de sangre, abra la ley de la luz, y, en medio de la página más santa del libro supremo, que se vea el dedo de la República posado sobre esta orden de Dios: No matarás. Estas dos palabras contienen el deber. Usted cumplirá ese deber.
El usurpador será perdonado y el liberador no ha podido serlo, lástima. Hace dos años, el 2 de diciembre de 1859, tomé la palabra en nombre de la democracia, y pedí a Estados Unidos la vida de John Brown. No la obtuve. Hoy pido a México la vida de Maximiliano. ¿La obtendré? Sí. Y tal vez en estos momentos ya ha sido cumplida mi petición Maximiliano le deberá la vida a Juárez. ¿Y el castigo?, preguntarán. El castigo, helo aquí, Maximiliano vivirá "por la gracia de la República".
Víctor Hugo,Hauteville House, a 20 junio de 1867
La Tarjeta Postal, un ícono del correo que de manera paralela al nacimiento de “la filatelia”, y como resultado de la evolución vertiginosa de la fotografía, revolucionó de manera sustantiva la carta tradicional, el modo de comunicarse y agregó “arte” a la cotidiana costumbre de escribir.
Nacida para comunicar mensajes breves y para compartir experiencias lúdicas, gozosas, durante algún viaje de placer o de negocios o dar a conocer lugares, usos y costumbres, personajes, edificios famosos y un sin número de objetos, susceptibles de ser captados por las lentes de las nacientes cámaras fotográficas, la tarjeta postal surge a partir de la segunda mitad del siglo XIX y da cuenta ya de su gran trascendencia en el medio de las comunicaciones, especialmente a través del correo, se convierte en un ícono artístico de innegable valor, no sólo estético, sino histórico que da cuenta de épocas enteras de la sociedad que marcaron un hito en el desarrollo de las sociedades contemporáneas y quedaron ahí como testimonio gráfico de los años pasados. Si observamos con detenimiento el inmenso universo de las tarjetas postales, escogidas al azar, éstas ofrecen mucho más que meras reminiscencias placenteras y nostálgicas. Estos pequeños y efímeros rectángulos de cartón que llegaron a constituir una parte esencial del ritual de los vacacionistas, entrañan dimensiones históricas y sociales insospechadas. Se cree que fue Heinrich von Stephan, quien en 1865 sugirió la idea de imprimir “tarjetas postales” a las autoridades del correo prusiano sin mayor entusiasmo por el hecho; en un principio, no importaba mucho lo estampado al frente de este rectángulo de papel grueso o cartoncillo, sino el hecho de que a través de él se podían mandar recados, saludos, concertar una cita, servir de invitaciones a una cena o comida de negocios, etc., No fue sino hasta el 1 de octubre de 1869, que el correo austriaco imprimió las primeras tarjetas postales: llevaban la tarifa impresa en el anverso, donde había también un espacio para la dirección y en el reverso se podía escribir el mensaje que se deseara. No necesitaban de sobre y al comprarlas ya llevaban “el porte” incluido.
Al poco tiempo de circular en Europa, también aparecieron en Canadá y los Estados Unidos, ya con la modalidad de llevar al frente alguna fotografía impresa. En un principio la patente y uso de las tarjetas postales era del uso exclusivo de los servicios postales de cada país y surgen y se afianzan en el gusto del público, de la mano de la Unión Postal Universal, recientemente nacida en Berna, Suiza. Las Tarjetas Postales Oficiales son reconocidas por la UPU en su Congreso de París y se estableció una tarifa común para los 32 miembros iniciales de la UPU, así como el protocolo de impresión en dos idiomas: el del país de origen y en francés. Fue tal la popularidad que alcanzaron las tarjetas postales que se estima que en Estados Unidos, nada más en el año de 1908, se imprimieron y enviaron más de 700 millones de tarjetas postales. En México aparecieron las primeras tarjetas postales en marzo de 1882, antes inclusive que el Primer Código Postal. Dado el éxito que alcanzaron en Estados Unidos las tarjetas postales ilustradas, en México, en 1897, se imprimieron algunas con pequeñas vistas de la Catedral Metropolitana, del Paseo de la Reforma y del Castillo de Chapultepec. Poco a poco, los correos fueron perdiendo de manera gradual el monopolio de la impresión de las tarjetas postales, lo que dio entrada a algunas compañías privadas, situación que fomentó la competencia por crear piezas atractivas y de diversa índole. Al iniciarse el siglo XX era tal la producción de tarjetas postales que se inició una especie de frenesí por coleccionarlas con todo y los timbres que traían en el anverso.
Algunas de las más finas tarjetas postales de esa época, eran reproducciones litografiadas o grabadas de fotografías en tonos gris, sepia o verde. Con frecuencia se coloreaban a máquina o a mano. Muchas de ellas eran reproducciones de la obra de fotógrafos famosos y de renombre como Hugo Brehme, Charles B. Waite y Guillermo Kahlo. En ejemplo de la obra de estos afamados fotógrafos fue la Tarjeta Postal que mostraba al flamante Palacio de Correos, misma que fue utilizada para enviarla como invitación a la ceremonia de inauguración que del edificio hiciera el presidente Porfirio Díaz. La fotografía era obra de Guillermo Kahlo. México, a principios del siglo XX, importaba tarjetas postales ilustradas de Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos, que reproducían elegantes trabajos con escenas típicamente mexicanas.
En 1902, Inglaterra propuso que un lado de la tarjeta postal se dividiera entre la dirección, el espacio para la estampilla postal y el espacio para el mensaje propiamente dicho y se dejara el otro lado de manera completa para la ilustración; situación que perdura hasta la actualidad.
Los diferentes medios de transporte que ha utilizado el servicio de correos en México |
El servicio de correos en México con más de 433 años de servicio, de funcionar ininterrumpidamente, ha utilizado para el transporte de la correspondencia (cartas personales, correspondencia oficial y correspondencia de tipo comercial) y los envíos o bultos postales, en los que destaca la llamada paquetería, todo tipo de transporte:desde el “correo en barco” que era el que venía proveniente de España y posteriormente de toda Europa y Asia; el llamado “correo de a pie” personificado por un mensajero; “el correo de a caballo” donde destacaron las famosas “Estafetas” y los “correos en recuas de mulas” o “Conductas” que las constituían cincuenta o más bestias de carga entre mulas y asnos conducidas por grupos de arrieros; “el correo en carreta y/o diligencia”; “el correo en lancha” a través de los ríos y zonas lacustres; “el correo en ferrocarril”; “el correo en avión” inaugurado en país el 6 de julio de 1917, en un recorrido de 110 kilómetros, de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, a la ciudad de México, habiéndose cubierto la ruta en 53 minutos; “el correo en automóvil o vehículo automotor”, que a partir de las década de los años treinta en que se inicia la expansión de la red de caminos a lo largo y ancho del país, se intensifica este tipo de servicio que de hecho en la actualidad es el que cubren la mayoría de las rutas postales terrestres.
“El Carro Correo” u “Oficinas Ambulantes” del ferrocarril toda una tradición en México.
A partir de la segunda mitad del Siglo XIX, el Servicio de Correos en México, una vez que hubo adoptado la famosa “Reforma Postal de 1840”, restaurada la República a partir de 1867 e introducido al país a partir de 1874 el naciente y pujante medio de transporte conocido como el ferrocarril, el servicio de correos diversificó y amplió sus rutas postales, apareciendo desde ese momento en todos los ferrocarriles del país el vagón denominado “carro del correo” que más adelante se conocerían como “Oficinas Postales Ambulantes a bordo” y que se complementarían posteriormente con las llamadas “Oficinas de Transbordos”establecidas estratégicamente donde el cruce de vías o el tráfico de trenes era más intenso y por ende, transportaban mayor volumen de correspondencia. Para el año de 1900 se contaba con 96 oficinas de este tipo, cifra que creció considerablemente a mediados de los años cincuenta. La red ferroviaria que para 1968 había alcanzado una extensión de más de veinticuatro mil kilómetros, fue a lo largo de casi todo el siglo XX, hasta antes de su desmantelación a finales de los años ochenta, tal vez, la ruta postal terrestre más amplia con que contó el servicio de correos y los carros correo o vagones conocidos como oficinas ambulantes constituyeron todo un hito en la historia del correo pues estas oficinas ambulantes estaban habilitadas para depósito, transporte, clasificación y despacho de las correspondencias a bordo de ellos, así como para la conducción y distribución de la correspondencia a las administraciones postales del trayecto de cada ruta.

carro correo (Museo del Ferrocarril - Puebla) |
El Día del Cartero y el Empleado Postal |
Es precisamente en uno de estos “carros correo” u “oficinas ambulante” que en los años veinte, precisamente en 1922, durante la administración del presidente Álvaro Obregón, al transitar un tren por el estado de Sonora le fueron colocados algunos explosivos dentro del mismo, pues reza la tradición que se sabía que ese tren transportaba un cargamento de 50 millones de pesos en monedas de oro; éste explotó, se descarriló y su cargamento quedó disperso a ambos lados de la vía; de los trabajadores postales que viajaban en el tren, murieron algunos y los dos que quedaron con vida, aun heridos, se dedicaron a rescatar las monedas de oro y a salvaguardar toda la correspondencia que estaba a su cuidado y no había sido destruida por la explosión.
Quien también viajaba en ese tren ese día, el Coronel del ejército Luis G. Franco, al pasar de los años, en recuerdo de ese hecho y de su simpatía hacia el gremio postal, hacia los carteros por su entrega y largas caminatas para hacer llegar la correspondencia a sus destinatarios en sus domicilios particulares, recordando en especial, aparte de este hecho heroico, la ocasión en que durante una tarde lluviosa de verano, desde la ventana de su casa contempló como un cartero se quitaba su chamarra y gorra para proteger la correspondencia que llevaba consigo y no se mojara. Esto lo motivó a no cesar en su lucha por promover que a tan significativo personaje de la vida de las ciudades, la sociedad los recordara y les dedicara un día en especial para celebrarlos, recordarlos y fue así como el 12 de noviembre de 1931, durante la presidencia del Lic. Pascual Ortiz Rubio, consiguió que se le prestara un auditorio adjunto al penal de Lecumberri y ahí celebró el primer de Día del Cartero que, hasta la fecha se celebra todos los días 12 de noviembre, desde hace 82 años, ahora como “El Día del Cartero y el Empleado Postal”.
La evolución del Servicio de Correos en México de 1580 a 1986 |
El Correo, de 1580 a 1776 era un negocio privado, vendible y renunciable, ejemplo de ellos: Los Correos Mayores; a partir de 1776, con Carlos III, como consecuencia de las Reformas Borbónicas se instituyó como una “Renta del Estado, situación que perduró hasta fines del año de 1883, en que con la publicación del Primer Código Postal el 18 de abril y su Reglamento el 1 de octubre de ese año de 1883, a partir del 1 de enero de 1884 se convierte en “Servicio Público” administrado y sostenido por el Estado. A partir del año de 1891, en que se crea la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, el servicio de correos pasa a depender de esta nueva secretaría y en 1901, deja de ser Administración General de Correos para convertirse en Dirección General de Correos. En el año de 1900, cuando el país contaba con una población aproximada de diez millones de habitantes, la red postal tenía una extensión de 91, 100 kilómetros, contaba con 1972 oficinas, entre una administración general, en la ciudad de México; 539 administraciones locales; 22 sucursales; 1,315 agencias de correos; 96 oficinas ambulantes; todas ellas atendidas por 9,748 empleados y en ese año el correo movió 134, 631,009 piezas postales.
En1933, durante la presidencia del General Abelardo L. Rodríguez, la Dirección General de Correos se fusiona en febrero de ese año con el servicio de telégrafos, creándose así la Dirección General de Correos y Telégrafos, misma que subsistió hasta el año de 1942 en que por Decreto Presidencial del 7 de marzo de ese año se separaron de nueva cuenta los servicios y se crearon por un lado la Dirección General de Correos y la Dirección General de Telecomunicaciones. En el año de 1986, la hasta entonces Dirección General de Correos, dependiente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, por Decreto del presidente Miguel de La Madrid Hurtado,el 20 de agosto de 1986, se convierte en el Organismo Público Descentralizado denominado “Servicio Postal Mexicano” como respuesta a la necesidad de modernizar las prácticas operativas y administrativas en busca de una mayor productividad en la prestación de los servicios de comunicación. De esta forma, el Organismo adquiere personalidad jurídica y patrimonio propio y pasa a formar parte de la administración pública paraestatal, integrado al sector comunicaciones de la Administración Pública Federal.
Actualmente el Servicio Postal Mexicano: “Correos de México” tiene aproximadamente 27, 367 puntos de servicio, 2,198rutas postales y 332 circuitos urbanos que al año, tomando en cuenta lo que se conoce como rutas postales de superficie y las rutas postales aéreas, recorren una distancia de 4, 800,000 kilómetros durante los 365 días del año. Cuenta con 1,255 oficinas propias, e las cuales 1,146 están abiertas al público y 109 no tienen servicio al público.24, 663 puntos de servicio con terceros, 1,115 ventanillas del servicio de Mexpost, dentro de las mismas oficinas de correos y 64Centros de Clasificación; tiene 18, 801 empleados de los cuales ( 0000 ) son carteros y trabajadores de base y maneja al año de 206 millones de piezas postales, teniendo ingresos por tal concepto alrededor de 760 millones de pesos.
Los Servicios que presta el servico Postal mexicano: “Correos de México”
Nota: la información que se trancribe a continuación ha sido tomada de la página web de SEPOMEX “Correos de México”
Hoy en día, el Servicio postal Mexicano tiene divididos los servicIos que presta al público usuario en dos tipos:
SERVICIOS PERSONALES Y SERVICIOS EMPRESARIALES
Correspondencia
Cartas y tarjetas postales.- Escribir una carta nos pone en contacto con nuestros amigos, hijos, padres, familiares y nos brinda la posibilidad de expresarnos y comunicarnos, con la diligencia y sigilo que maneja el correo.
Impresos.- Servicio dirigido a usuarios que requieren enviar comunicaciones impresas con fines promocionales o informativos, y que se presentan en hojas, folletos, dípticos, trípticos, formatos de tarjeta postal o navideña, catálogos, etc.
Paquetería Nacional.- Son los envíos de mercancías y/o promocionales que, por sus dimensiones y peso, deben presentarse en cajas o tubos.
Paquetería Internacional.- El correo maneja dos tipos de envíos de paquetería internacional, dependiendo de la celeridad que se desee al envío:
Giros
Giros Postales.- Es la transferencia de dinero de una población a otra dentro del territorio nacional a través de las administraciones de correos, mediante la emisión de una orden de pago a favor de un beneficiario.
Giros Reembolso.- Es el compromiso que adquiere Sepomex para cobrar, a nombre del cliente, el valor declarado del paquete depositado y la entrega del importe al cliente.
Aviso de Pago de Giros.- Este servicio consiste en otorgar al solicitante una constancia del pago del libramiento, y se podrá solicitar en el momento de la expedición del mismo, o dentro de los 30 días siguientes.
Mensajería
Envíos de documentos o paquetería de forma acelerada.
Recepción
Lista de Correos.- Con este servicio podrás recibir correspondencia y envíos en la administración de correos que elijas, cuando no tengas una dirección física con reparto o bien te encuentres, de manera temporal fuera de la ciudad en que resides.
Poste Restante.- Con este servicio podrás recibir correspondencia y envíos en la administración de correos que elijas, cuando no tengas una dirección física con reparto, te encuentres, de manera temporal fuera de la ciudad en que resides o bien simplemente deseas que la entrega de tu correspondencia sea confidencial.
Apartados Postales.- Para mayor seguridad y confiabilidad en la recepción de correspondencia, o si no cuentas con una dirección permanente, el Servicio Postal Mexicano te ofrece la contratación de una caja de apartado en la administración de correos de tu elección, donde podrás recoger tú correspondencia durante el horario establecido.
SERVICIOS EMPRESARIALES
El Servicio Postal Mexicano, “Correos de México” ofrece servicios especiales para empresas como envío de correspondencia masiva, paquetería especializada, soluciones para gobierno, entre otros.
Depósitos Masivos (Nacional)
Cartas
Respuestas a promociones comerciales (Piezas salida con Sepomex)
Respuestas a promociones comerciales (Piezas salida sin Sepomex)
Respuestas a promociones comerciales internacionales E.U.A México (CCRI)
Publicaciones periódicas
Impresos depositados por sus editores o agentes
Paquetería local y foránea
Propaganda comercial con destinatario expreso
Propaganda comercial sin destinatario expreso
Propaganda comercial con respuesta a promoción incluida con destinatario expreso
Servicios Adicionales
Registros Postales
Depósitos masivos de cartas
Depósitos masivos publicación periódica
Depósitos masivos de impresos
Depósitos masivos de propaganda comercial
Depósitos masivos de respuestas a promociones comerciales
Depósitos masivos de paquetería
Depósitos masivos sacas especiales “M” (internacional)
Autorización de máquina franqueadora de habilitación remota
Respuestas a promociones comerciales internacionales EUA – México (CCRI)
Depósitos masivos de propaganda comercial con respuesta incluida
Múltiple (publicaciones periódicas)
Pieza
Registrado
Acuse de recibo
Acuse de recibo para paquetería
Servicio de notificación
Giro reembolso
Aviso de pago de giro
Franqueo en ventanilla del correo
Franqueo en ventanilla del correo con etiqueta (pegada por el cliente)
Franqueo en ventanilla del correo con etiqueta (pegada por el correo)
Depósitos masivos (internacional)
Cartas
Sacas especiales "M"
Mexpost masivos (nacional)
Nacional terrestre
Nacional aérea
Prepagada
Mexpost masivos (internacional)
Internacional EMS
Servicios Adicionales Mexpost
Ensobrado (Por pieza)
Compaginado
Etiquetado (Por pieza)
Clasificación (Por pieza)
Retorno De Documentos
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