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La Cultura Postal en México dentro del Códice del Tiempo


Hola, bienvenido a La Casa de la Cultura Postal, que el Sindicato Nacional de los Trabajadores del Servicio Postal Mexicano, pone a tu disposición como un espacio lúdico para tu recreación y esparcimiento y puedas, en un breve recorrido a través de estos salones, viajar en el tiempo y enterarte de todo lo relacionado con el fabuloso mundo de lo postal, no sólo en nuestra ciudad, país o continente, sino en todo el mundo.

¿Por qué “Postal”?, ¿de dónde viene o cómo se acuña la palabra postal?
Al escuchar “Postal” tus conocimientos y experiencia personal irremisiblemente te llevarán de la mano a otro término que, tal vez, te sea más familiar “El Correo” y porque “El Correo” y “Lo Postal” son sinónimos, se refieren a lo mismo o nos están indicando, nos están hablando del medio de comunicación interpersonal más antiguo que los seres humanos nos hemos dado y que hoy, en pleno siglo XXI está vigente, es una realidad cotidiana y convive con los otros servicios de comunicación entre personas como el telégrafo, el teléfono y el internet.

Inicialmente y el término lo dice, correo viene de “correr” y así como correr es un verbo, es una acción, cuando hablamos del correo, estamos hablando de una acción que siempre está en movimiento porque el servicio de correo es dinámico y desde que una persona decide escribir una carta y la deposita en el correo, ésta no parará hasta llegar a su destino.


En la antigüedad, “los correos” generalmente eran hombres atléticos que recorrían distancias entre un punto y otro, ya sea solos u organizados en carreras de relevos, para llevar mensajes; posteriormente, el hombre, se hizo de un aliado importante en este menester: el caballo, animal ligado a la humanidad desde tiempos inmemoriales que vino a aligerar esta ardua y titánica tarea de los “correos de a pie” sustituyéndolo por los tradicionales “correos de a caballo” que muchos, especialmente en Europa, le dieron el nombre de “Estafetas” derivándose esto del nombre italiano “Staffetta”, que a su vez proviene de la palabra “Staffa” que significa estribo, aditamento de las sillas de montar.

Ahora bien, ya desde la temprana Edad Media, fue necesario, de manera paralela al surgimiento de los pueblos y ciudades, establecer, cada determinado número de leguas de acuerdo a la tradición latina, hoy kilómetros o millas, según el sistema de medición utilizado y generalizado para acotar las distancias, unos lugares adónde los caballos pudieran descansar y/o el mensajero, cambiara de cabalgadura y prosiguiera su camino hasta llegar a su destino. A estos lugares o sitios se les conocía como “Postas” y muy pronto, en estas postas se establecieron los mesones, algo así como un hotel rústico donde quienes viajaban de una ciudad a otra tuvieran oportunidad de descansar, comer algunos alimentos y en la mayoría de las veces, pernoctar en un lugar seguro, a estos sitios se les conocía como “Hostes”, de donde después derivó la palabra Hostería; por ello, cuando el 31 de mayo de 1579, el rey Felipe II, en el Palacio de Aranjuez, nombró a don Martín de Olivares, como el Primer Correo Mayor de Nueva España, el nombramiento era, de acuerdo a la Real Cédula expedida el siguiente: Correo Mayor de Hostas y Postas de Nueva España, cargo del que le dio posesión el virrey don Martín Enríquez de Almanza, en la ciudad de México el 27 de agosto de 1580, casi un año y tres meses, después de haber sido nombrado.

El DRAE (Diccionario de la Real Academia del Español) establece entre otras muchas acepciones que tiene la palabra “Postas” lo siguiente: conjunto de caballerías que se apostaban en los caminos a una distancia de dos, tres o más leguas, para que los tiros, los correos pudiesen ser renovados. De ahí se deriva  la palabra “Postal” que decidieron utilizar como nombre ligado al oficio u actividad  todos los sistemas de correos del mundo.



En el año de 1874, para ser exactos el 9 de octubre, en la ciudad Suiza de Berna, se reunieron la gran mayoría de los países del mundo para crear una asociación u organismo que afiliara a todos los servicios de correos de esos países y establecer como un derecho universal de todos los países, lo que se llamó como El Servicio Universal de Correos que contemplara la inviolabilidad y libre tránsito de la correspondencia, aun en tiempos de guerra. Dicho, organismo, mucho muy anterior a la fundación de la ONU (San Francisco, USA 1948)  adoptó el nombre de Unión Postal Universal UPU y se estableció desde entonces que el 9 de octubre se celebraría en todo el mundo El Día Mundial del Correo. Hoy en día, suman más de 198 países.


Una vez adoptado el nombre de “Postal” para referirse a la actividad de los organismos prestadores del servicio de correos en todos los países del mundo, se generalizó su uso como tal y desde entonces hasta la fecha, cuando hablamos, en este caso en especial, de “la Cultura Postal” nos estamos refiriendo a todo lo que ha significado e implica en el mundo entero, a partir de los siglos XV y XVI,  la prestación del servicio de correos y a toda la cultura que  ha creado y generado  esta actividad humana.

Hablar de cultura postal hoy en día, es hacer un viaje por la historia de la humanidad a partir del siglo XV como ya lo hemos mencionado, haciendo este recorrido de la mano del “Códice del Tiempo” para conocer ese mundo maravilloso de las cartas, que encierran al género epistolar como un estilo y manera de hacer literatura, al mismo tiempo que el hombre se comunicaba con sus semejantes, cómo se fue dando toda esa organización para hacer posible que las cartas, los mensajes y los paquetes llegaran y sigan llegando a su destino; cómo surge la idea de crear las estampillas postales y a quién y por qué se le ocurre tal cosa que dio origen a la Filatelia, de las historias de estos “Correos Mayores”, de cómo el correo en sus inicio era, gracias a una Merced Real o Cédula Real, un negocio concesionado a particulares, vendible y negociable, como hoy en día una franquicia y cómo pasó a ser una actividad privativa del Estado, del gobierno, dada su importancia y lo que esto significaba para la sociedad entonces y hoy en día.

El correo, lo postal, además de ser una institución del Estado, es una institución con vida propia que, tanto en México como en todos los países del mundo, ha ido y va de la mano de la historia de cada uno de ellos y aquí, contigo, nuestro apreciable visitante, ya seas: mujer, hombre, niño o niña, joven estudiante, profesionista, empleado o trabajador en activo o ya jubilado, ama de casa, maestra o maestro, comenzamos nuestro recorrido.


La Familia Tassis, primeros Correos Mayores en Europa


La actividad postal, el correo, es una actividad que surge como tal, preferentemente durante el Renacimiento en Europa y en especial, con el surgimiento de las grandes ciudades y el florecimiento del comercio, comunicarse era más que una necesidad y lo que surgió como una comunicación, un intercambio de correspondencia entre los reyes y gobernantes de la época, pronto se fue haciendo popular entre las diferentes personas y la correspondencia de ser de carácter oficial, comenzó a ser particular y a aumentar considerablemente.

Maximiliano I de Habsburgo, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, al subir al trono en 1493, concede a Francisco de Tassis, de origen Lombardo y proveniente de la familia de los Tasso di Cornello, el permiso para que operara el sistema de correos de la época, dado que este personaje y su familia se encargaban ya de transportar el correo entre el Papa y el Emperador desde el año de 1490.

El 1 de marzo de 1501, Felipe el Hermoso, quien gobernaba por mandato de su padre Maximiliano I, los territorios de Borgoña y los Países Bajos, nombra a Francisco de Tassis Correo Mayor de estos países.


Como Felipe el Hermoso, estaba casado con Juana  de Castilla y Aragón, hija de los Reyes Católicos, a la muerte de la reina Isabel de Castilla el 26 de noviembre de 1504, éste heredó el trono castellano gracias a su matrimonio con Juana I de Castilla, nombra a Francisco Tassis el 18 de enero de 1505,  Correo Mayor de España y permite a los Tassis fundar nuevas postas en Bruselas, Malinas, y en muchas otras ciudades de la zona, lo, que permitía el servicio de correos tanto en verano como en invierno, dándole a esta familia el monopolio del servicio de correos en toda España.

No se nos olvide que a partir del año de 1492, a la conquista del reino de Granada, último reducto de los Moros en la Península Ibérica, por Fernando e Isabel, los Reyes Católicos, se consolida España como nación, año también en que el 12 de octubre, Cristóbal Colón descubre América.

Juan de Tassis, tercer descendiente de la familia

Rutas Postales que funcionaban en Europa entre 1501 y 1515 administradas y operadas por la familia Tassis:

Bruselas - Innsbruck 5 días y 1/2 (en invierno 6 días y 1/2)
Bruselas - París 44 horas (en invierno 54 horas)
Bruselas - Blois 2 días y 1/2 (en invierno 3 días)
Bruselas - Lyon 4 días (en invierno 5 días)     
Bruselas - Granada 15 días (en invierno 18 días)
Bruselas - Toledo 12 días (en invierno 14 días)

Las largas distancias eran recorridas gracias a los numerosos Hostes y Postas que hacían posible el cambio de caballos a lo largo del recorrido.

Al heredar Carlos, hijo de Felipe el Hermoso y Juana (la Loca), las posesiones de su abuelo Fernando II de Aragón, (conocido en la historia como Fernando el Católico, esposo de Isabel) y convertirse en Carlos I de España en 1516, entraron a formar parte de las rutas postales que ya eran parte del entramado creado por Francisco de Tassis, las siguientes nuevas rutas:
Bruselas-Burgos 7 días (en invierno 8 días)
Bruselas-Roma 10 días y 1/2 (en inverno 12 días)
Bruselas-Nápoles 14 días y 1/2 (en invierno 15 días y 1/2)

El servicio postal fue expandiéndose en los años sucesivos aumentando la fortuna de la familia Tassis.A la muerte de Francisco, le sucedió en el cargo de Correo Mayor de España, su sobrino Juan Bautista de Tassis. Al ser nombrado Carlos I de España, en 1519, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y convertirse en Carlos V de Alemania, ratifica la concesión del correo a los Tassis.


Escudo de Armas de los Habsburgo

Con el paso de los años, el servicio de correos mejoró notablemente, en especial con la creación de las “estafetas· (servicio de correos utilizado anteriormente por los Árabes). Al poner estafetas de trecho en trecho y relevándose los postillones (nombre que se le daba a los jinetes que transportaban la correspondencia), no sólo los caballos, pasándose el correo unos a otros , como en una carrera de relevos. El surgimiento de las estafetas, agilizó los envíos de correos entre ciudades y pronto, éstas fueron siendo concesionadas a otras personas lo que hizo declinar el monopolio y poderío de la familia Tassis, además de que poco a poco, el Estado fue tomando la administración del servicio de correos.

Al suceder esto, como dato curioso y anecdótico, la familia Tassis comenzó a dedicarse al servicio de transportar pasajeros en diligencias, estableciendo todo un servicio de viajes entre ciudades; ahora bien, curiosamente, el apellido de esta familia de origen Lombardo, en Alemania se tradujo como “Taxis” y al generalizarse este servicio, las personas se referían a él como el servicio de los taxis y así llega hasta nuestros días, donde el nombre de los actuales Taxis (vehículos automotores que prestan el servicio de transportar personas  de un lugar a otro dentro de las ciudades)tienen su origen en el apellido de esta familia, que al ir perdiendo el monopolio internacional del correo se dedicaron al transporte de personas en diligencia yen la actualidad, en la mayoría de países occidentales, los vehículos de alquiler con conductor para transporte de personas se denominan Taxis y el color del antiguo escudo de armas de los Tassis , el amarillo , predomina en muchos lugares del mundo.


Los Correos Mayores de Indias

Desde finales del siglo XV y durante todo el siglo XVI, de manera paralela al surgimiento y crecimiento del sistema de correos en Europa, especialmente en los dominios del Sacro Imperio Romano Germánico, España, Portugal, Francia, Inglaterra y la península Itálica, pronto se sumaron a estos países todos los territorios de ultramar recién descubiertos y conquistados fundamentalmente por España y Portugal, territorios a los que se conocía como las “Indias Orientales”, pues no olvidemos que el propio Cristóbal Colón denominó a estos vastos territorios como “Las Indias”, consecuencia de ello, en estos inmensos nuevos dominios hubo la necesidad inmediata de contar con el servicio de correos a los que, aun estando en territorio Español, se lesdenominó a sus concesionarios con el nombre de  “Correos Mayores de Indias” y lo mismo residían en Madrid o la ciudad de Sevilla, que en Lisboa en el caso de Portugal.


Al mismo tiempo que existía el cargo de “Correo Mayor de España” y había sido concesionado a la familia Tassis, en la ciudad d Sevilla, existía el “Correo Mayor de Sevilla” y aparte, muy ligado a la famosa Casa de Contratación de Sevilla, se había creado el Oficio de Correo Mayor de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océao, descubiertas y por descubrir por interés y decisión personales de los Reyes Católicos, y fungía como concesionario el Doctor don Lorenzo Galíndez de Carvajal; de tal suerte que, en esa época, en España existían tres Correos Mayores de considerable importancia, situación que suscitó muchos pleitos, controversias y demandas entre estos concesionarios y sus descendientes que lo que en realidad pretendían era obtener el monopolio del correo en la América Hispana y las Filipinas, como fue el caso de Don Diego de Carvajal y Vargas, quien en 1561, ya radicado en Lima, fue reconocido como “Correo Mayor de todas las Indias”. A la muerte de este personaje, heredó sus derechos en Sevilla, su hijo mayor don Juan de Carvajal y Vargas que, al poseer los derechos de esto oficio a perpetuidad, se lo cedió a su hermano menor que radicaba en Lima, don Diego de Carbajal y Vargas que por este hecho se convirtió en el Correo Mayor del Perú y sus descendientes siguieron en el cargo hasta que el oficio desapareció en 1766.

Todas las leyes, decretos y documentos que concernían al manejo y funcionamiento de los servicios de correos eran dados a conocer a través de las llamadas Ordenanzas Reales o Cédulas Reales que compendiaban toda la legislación postal, pues requerían de una administración minuciosa, no sólo en el manejo de los documentos, pergaminos, piezas postales y paquetería, sino en el manejo contable que se llevaba de todo. A los administradores en sí, que eran quienes llevaban en realidad la operación del servicio de correos se les conocía con el título de “Tenientes” y eran quienes despachaban la correspondencia. Éstos, afirma el Maestro Manuel Carrera Stampa, connotado académico de la Academia Mexicana de la Historia: entre las funciones que tenían que llevar a cabo estaban las de recibir y despachar las correspondencias entre la Corte, el Consejo de las Indias y los Oficiales de las diversas  dependencias de la casa de Contratación  de las Indias, y despachar y recibir las de España a América, tanto de los particulares como de las autoridades. Las correspondencias del vasto Imperio de Ultramar se entregaban y recibían por intermedio de los Jueces y Oficiales de la Casa, a los capitanes de los navíos que regularmente venían e iban de América, quedando anotadas en sus registros. El despacho marítimo se hacía por cuenta de la Real Hacienda.



El correo prehispánico "azteca" previo, durante y después de la conquista
1500 a 1521 y de 1521 a 1579


El servicio de Correos, tal y como lo conocemos y nos fue heredado es una creación típicamente europea, íntimamente ligado al desarrollo del Sistema Capitalista, al nacimiento de las ciudades y al surgimiento de las distintas nacionalidades a partir del siglo XV, pero es de suponerse que en los inmensos territorios descubiertos y conquistados a partir de 1521 en lo que se conocía como las “Indias Orientales”, especialmente en toda la Meseta de Anáhuac, donde el Señorío e Imperio Mexica, mejor conocido como “Azteca” sobresalía desde la fundación de Tenochtitlan, a partir del año de 1325 aproximadamente, situación que le daba a este imperio sobre gran parte del territorio de Mesoamérica  un dominio de casi doscientos años en los que había extendido su predominio militar y económico y como consecuencia de ello, su lengua nativa “El náhuatl”. Para los mexicas, la comunicación estratégica en la guerra y, en la administración de tan vasto imperio, no era desconocida y tenían un intrincado y bien organizado servicio de corredores que trasmitían mensajes de boca en boca o a través de un elaborado sistema de códices en lienzos de algodón y tablillas de madera.

Meseta del Anáhuac

Inicialmente y de manera preponderante, los mensajeros mexicas estaban muy ligados a los asuntos religiosos y militares y los paynani o payn en singular, eran los mensajeros del Dios Paynal, deidad o Dios menor, dentro de la Teogonía Mexica, que abocado a la diligencia y disciplina en los ejércitoscontaba con este grupo de mensajeros a su servicio y por ende al servicio del Dios Huitzilopochtli, una de las principales deidades mexicas, de quien Paynal era su fiel servidor. En época de las Guerras Floridas, los paynani se dedicaban especialmente a capturar prisioneros para sacrificárselos al Dios Huitzilopochtli, quien satisfecho a través de sus sacerdotes, premiaba a estos veloces corredores.  Debe quedar muy claro el hecho de que no todos los “mensajeros” o “corredores” eran paynani; algunos de éstos podían ser mensajeros o convertirse en embajadores en misiones militares; pero de eso a que a los mensajeros mexicas se les llame de manera generalizada paynani es un error que se arrastra debido a las imprecisiones históricas de la época.


Es de suponerse que todos los otros pueblos que lindaban con el Imperio Mexica, como los Tlaxcaltecas, los Mixtecos, los Zapotecos, los Purépechas, los Otomíes, los Totonacos, los Olmecas, los Chichimecas, así como los Mayas y todas las etnias que se derivaban de ellos, contaban con sistemas de mensajeros “corredores” para solucionar sus necesidades de comunicarse entre las distintas tribus, aunque aquí aparece una subdivisión o especialidad de “mensajeros embajadores” que en ocasiones hacían el trabajo de espías, fundamentalmente enfocado todo al arte de la guerra y envuelto dentro de la religión del grupo predominante. A la llegada de los españoles a Mesoamérica, el imperio Mexica, comandado en ese momento por el gran Tlatoani Moctezuma Xocoyotzin había conquistado a varios de estos pueblos y sus dominios llegaban hasta el ahora estado de Chiapas en el suroeste y el ahora estado de Tabasco en el sureste.

¿Cómo funcionaba este complejo sistema de corredores?

Por ser una organización religiosa-militar, quien deseaba ser mensajero y dedicarse a estos menesteres tenía que recibir un riguroso entrenamiento y acababa siendo un atleta consumado, especialmente un veloz corredor capaz de recorrer grandes distancias no importando el clima, ni las condiciones de las veredas. Cada determinado número de kilómetros existían una especie de construcciones con cimientos de piedra y techumbre de bajareque y palma conocidos como Techialoyan (lugar donde se aguarda) que, servían de refugio y daban cobijo a los mensajeros donde podían descansar, recibir alimentos y una vez recuperados, estar listos para volver a correr. Los Techialoyan siempre estaban vigilados por guerreros educados en el Calmec. Generalmente los mensajeros eran preparados en el Telpuchcalli, donde se les adiestraba y se les enseñaba escritura y lectura jeroglífica, oratoria, civismo, el empleo y manejo de las armas, tradiciones tribales, cantares, artes y oficios y en especial la obediencia a las normas políticas y religiosas.

A los que se adiestraban especialmente para “correos” o “mensajeros” se les daba una instrucción especial, haciéndolos caminar, saltar y correr, desde pequeños; vigilando constantemente sus aptitudes físicas. Aprendían los caminos, atajos y veredas de todos los territorios adonde deberían prestar sus servicios de mensajero. Caminaban y corrían durante el día y la noche; atravesaban a nado ríos, lagos y corrientes; escalaban cerros y montañas, pasando a través de diversos climas, temperaturas y latitudes.

Un mensaje en manos o boca de un “corredor” podía avanzar de Techialoyan en Techialoyan hasta 300 kilómetros al día y en el caso del litoral del Atlántico, en el Golfo de México, la distancia más corta a Tenochtitlan, resguardada por guerreros mexicas era de 380 kilómetros; por eso la leyenda que de manera oral nos ha llegado de que Moctezuma comía a diario pescados y mariscos frescos.

Los paynani usaban diferentes insignias, nos narra el elocuente y bien documentado historiador Dr. Manuel Carrera Stampa, según la noticia o el negocio de que eran portadores. Si llegaban a las ciudades con el cabello suelto y desgreñado, “esparcido por el rostro”, el no hablar con nadie, era una derrota lo que anunciaban. Nadie les preguntaba el resultado, porque su presencia sola revelaba el desastre sufrido. El correo se encaminaba directamente al palacio de su Señor y de rodillas le comunicaba la triste noticia.

Si llegaban a las ciudades con el cabello trenzado con una cinta de color, el cuerpo ceñido con un paño blanco de algodón y en la mano derecha el macuahuitl (macana)  y en la izquierda el chimalli (rodela o escudo), que esgrimían en actitud de combate, y hacían gentilezas, demostrando de este simple modo su júbilo, cantando los hechos gloriosos de los antiguos mexica, era señal inequívoca que el éxito los había acompañado en la lucha. Anunciaban una victoria o una gran nueva, que de inmediato iban a comunicar a su Señor. Se les llamaba tecuipantitlanti (mensajeros de victorias) y el pueblo los acompañaba hasta el palacio del Señor.

Algo que es muy importante destacar en todos los “mensajeros” y “corredores” mexica, es que era costumbre tomar como rehenes a los primeros mensajeros o correos en llegar, hasta que con la llegada de otros corredores , éstos comprobasen la veracidad de las noticias eran puestos en libertad. Aquellos corredores cuyos mensajes fueran falsos o los hubieran distorcionado podían pagarlo con su propia vida.

Los Correos Mayores de la Nueva España

El primer nombramiento de Correo Mayor de Nueva España, recayó en la persona de Martín de Olivares, dado que el entonces Virrey Don Martín Enríquez de Almanza, cuarto Virrey de la Nueva España, solicitó a su majestad el rey Felipe II, le concediera una “Merced Real” para ese cargo, a fines de 1758 y la solicitó presentando dos candidatos para el caso: Martín de Olivares y Diego Daza.

La Real Cédula dada en el palacio de Aranjuez, el 31 de mayo de 1579, decía lo siguiente: se otorga la merced solicitada al que dellos vos señalades del Oficio de Correo Mayor de toda esa Nueva España para que lo sirva por su persona e por sus thenientes, poniéndolos en las partes que conviniera.

Al año y casi tres meses de haber sido expedida esta Real Cédula, en la ciudad de México, capital de la Nueva España, el 27 de agosto de 1580, el Virrey confirió el cargo a Martín de Olivares: para que todos los días de su vida , sea Maestro y Correo Mayor de hostes y postas e correo en toda esa Nueva España , el cual dicho oficio e cargo pueda usar y exercer por sí
e per sus thenientes.

Aquí es muy importante destacar que en este título otorgado a don Martín de Olivares, se establecía que los indios pudiesen llevar cartas libremente en donde no hubiese correos establecidos por el Correo Mayor.

Al Maestro y Correo Mayor de hostes y postas de la Nueva España, por decreto del rey, se le otorgaba el título y cargo de Regidor del Ayuntamiento de la Ciudad de México con voz y voto. Martín de Olivares duró en el cargo 24 años, hasta que falleció en 1604, dejando vacante y sin herederos el oficio, lo que suscitó que éste fuese subastado por la Corona.

Nota: Los cargos  “vendibles y renunciables” como era el caso del Oficio de Correo Mayor, se remataban al mejor postor, en subasta pública y previo pregón. El beneficiario podía renunciar en otra persona, es decir, lo heredaba, pero si moría sin hacerlo, revertía el empleo a la Corona, y ésta procuraba venderlo nuevamente. La venta se hacía en quienes llenaran las condiciones de idoneidad y competencia a satisfacción a las justicias u Oficiales Reales y se prefería al que las tuviera aunque otro ofreciera más dinero, como sucedió al morir Martín de Olivares, el cargo se le otorgó a quien había sido por años su “teniente” que reunía los requisitos estipulados y experiencia.

Alfonso Díez de la Barrera, a la sazón “Teniente” de Martín de Olivares y con amplia experiencia en el oficio, se presentó a la almoneda pública celebrada rigurosamente en tres ocasiones: del 30 de julio al 9 de septiembre de ese año de 1604, depositó la fianza exigida ante el Fiscal y los Oficiales de la Real Hacienda y se le otorgó el título y cargo de Correo Mayor de la Nueva España,por la suma de 58,000 pesos oro, pagados en “Reales” de contado y llanamente y recibió la certificación correspondiente a su oficio, teniendo como tal los siguientes derechos entre otros:

Derechos  que tenía el Correo Mayor

  1. El Correo Mayor podía usar el Oficio por sí o por sus “Thenientes” y se guardarían todas las preeminencias inherentes al puesto. Tendría  monopolio en el servicio, so pena de vergüenza pública y destierro al que despachara correo (mensajero). Podía poner “Thenientes” en los lugares que así conviniera. Se le concedía el cargo por todos los días de su vida sin lo poder renunciar.(Cláusulas 1ª., 6ª., 9ª., l6a.)
  2. Se le otorgaba el título de Regidor del Ayuntamiento de la Ciudad de México, con voz y voto, exceptuándole de salir en fiestas y regocijos  si no fuese con su voluntad. (Cláusula 2ª.)
  3. Gozaría de repartimiento de bastimentos, servicio de indios y todo lo demás de que gozaban los Jueces Oficiales de la Real Hacienda. (Cláusula 3ª.)
  4. Se le daría de las Cajas Reales 1, 600 pesos de oro común adelantados para el pago y despachos de correo, deducidos de los ramos de Avería, Real Hacienda y Guerra. (Cláusula 4ª y 7ª)

Obligaciones que tenía el Correo Mayor

  1. Dar 10,000 pesos de oro común como fianza, a contento de los Oficiales Reales. (Cláusulas 4ª y 7ª )
  2. Tener caballos en las veredas y caminos ordinarios y, a falta de caballos suyos propios, poder tomar de los de los indios, previo pago antes de la partida, a razón de 4 reales por tres leguas. Si los indios fuesen agraviados por ello, debíaseles pagar y satisfacer lo que fuese justo. (Cláusula 5ª)
  3. Debía despachar todos los correos que fuesen necesarios a los particulares que se los pidieran al efecto, en su casa y para servicio del Virrey, autoridades y administración del gobierno.  (Cláusula 4ª)
  4. Se fijó una tabulación que sería inalterable para el pago de los correos o mensajeros siguiendo lo acostumbrado. Existiendo dos clases de correos: a) de 10, 12 y 15 leguas; y b) de 20, 25 y 30 leguas. Se pagarían a los de diez leguas: 8 pesos de oro común cada día cumplido; a los de doce y quince: 16 pesos. Si ellos eran despachados yentes y vinientes , y si tardaban esperando respuesta, se les pagaría por cada día de espera 12 reales; a los veinte de leguas: 16 pesos; a los de veinticinco leguas: 20 pesos; y a los de treinta leguas: 25 pesos. Con base de ella haría contratos o partes con los correos que despachara, no pudiendo cobrar más que el tercio de todos los partes. Las faltas de viajes, pérdidas de pliegos, etc., serían de cuenta y riesgo del Correo Mayor. (Cláusulas 4ª y 13ª)
  5. Siguiendo la costumbre, si se despachaba un correo que hubiera de llevar un caballo cargado ida y vuelta, se le pagaría por el caballo de México a Veracruz: 17 pesos; no importando fuese destinado para el trayecto. En tiempo del arribo o parida de flotas, el correo necesitaba un “ayudante” por ser muchos y grandes los pliegos, debiéndole pagar 12 ½ pesos diarios para ayuda del salario del “ayudante” (Cláusula 15ª)
  6. Los correos tenían un margen de tres horas de retraso descontándoseles por cada hora el doble de su paga diaria; pasadas las tres horas se les descontaba la mitad del monto de todo el viaje; si llegaban antes de lo fijado en las partes se les daría una cantidad de ventaja (Cláusula 15ª)
  7. Debía ratificarse el título de Correo Mayor ante el Consejo de las Indias en un término de tres años a partir de la fecha (Cláusula 17ª)

En el caso de don Alonso Díez de la Barrera, la confirmación de su título la hizo el Rey, en el palacio de Aranjuez, el 1 de mayo de 1607, justo a casi tres años de haber sido nombrado a fines de 1604. 

El 4 de julio de 1609, mediante Cédula Real a don Alfonso Díez de la Barrera, se le concedió la facultad de nombrar “Tenientes” en las ciudades, villas y reales de minas de toda la Nueva España, para que fuera posible establecer los servicios postales debidamente.

El oficio de Correo Mayor era un cargo vendible y renunciable y funcionaba como una empresa privada de carácter mercantil, supervisada por el Estado, incluso se podían adquirir a perpetuidad y heredar a sus descendientes.
Correos Mayores de la Nueva España  de 1580 al año de 1766
Don Martín de Olivares.                         27-VIII-1580 a 1604
Don Alonso Díez de la Barrera.             13-IX-1604 al  28-V-1614
Don Pedro Díez de la Barrera.             28-V-1614  al  1-X-1651
Don Francisco Alonso Díez de
La Barrera y Bastida.                              1-X-1651 al  (?)-VI-1693
Don Miguel Díez de la Barrera.              (?)-VI-1693 al  (?)-IX-1693
Don Pedro Jiménez de los Cobos.        9-X-1693    a  1724
Don Manuel Jiménez de los Cobos.      7-VII-1724  al  1-IV-1745
Don Pedro Jiménez de los Cobos.        6-V-1745  al  1-V-1752
Don Pedro Jiménez de los Cobos
Peña y Flores.                                            1-V-1752  al  1-VI-1760
Don Antonio Méndez Prieto y
Fernández.                                                  1-VI-1760  al  1-VII-1766


El Correo, dada su importancia y por considerarlo un servicio estratégico para la sociedad, deja de ser una empresa privada y se convierte en Renta del Estado

El primero de julio de 1776, siendo rey de España Carlos III, el Servicio de Coreos, después de haber sido durante 187 años una empresa particular, concesionada a particulares, a quienes ya hemos visto se daba el título y cargo de Correo Mayor de Hostes y Postas de la Nueva España, pasa a ser considerado como Renta del Estado y se convierte en ese momento en una empresa del Estado, pues dependía directamente de La Corona, nombrándose a don José Gálvez, Marqués de Grimaldi, como el Superintendente General de Correos, con residencia en Madrid, pues era tal importancia del sistema de correos, que este personaje dependía directamente del rey y fue quien a partir de este momento, nombraba a los Administradores Generales de Correos, claro está con la anuencia y recomendaciones pertinentes, de los virreyes o gobernadores generales, según se tratara de un virreinato o una capitanía general, dentro del vasto imperio Español, que a decir del rey Felipe II, en sus dominios nunca se ponía el sol y así, desde el 1 de julio de 1776 hasta el 27 de septiembre de 1821, en que se consumó la independencia de México, el correo, a través de su Administrador General, dependía directamente de España.

En México, el correo, primer medio de comunicación con que contó  a partir de 1580, es y ha sido parte sustantiva de su historia y siempre, desde entonces hasta el día de hoy, ha sido una institución estratégica en el desarrollo económico y social del país.

Durante la Colonia, el correo, fue la primer institución que se preocupó por el mejoramiento constante de los caminos, veredas y puentes, que comunicaban a las diferentes ciudades, reales de minas, villas y lugares apartados, entre si y con la capital del virreinato, la ciudad de México, así como con los dos puertos principales con que contaba el país: Veracruz, puerta de entrada al país de todo el comercio que venía de España, Europa y el resto del mundo y Acapulco, puerto importante, ubicado en las costas del Océano Pacífico, que comunicaba al entonces virreinato de la Nueva España con las Filipinas y el resto de Asia.

El Correo Novohispano, fue la primera institución que estableció el servicio de correos entre tres continentes: Europa, América y Asia; pues la Nao de China, o de Manila, nombre común con el que se conocía a las embarcaciones que navegaban entre Acapulco y Manila e intercambiaban mercancías y transportaban la correspondencia que se generaba entre los tres continentes.


De esta manera el correo, se va fortaleciendo y al crecer, dada la gran demanda de correspondencia, paquetes y envíos diversos, se ve en la necesidad de establecer rutas postales y medir distancias en todos los senderos, veredas y caminos reales, que hicieran posible elaborar todo un sistema de cobros que hicieran redituable la prestación del servicio, en especial desde el punto de vista económico.

Para medir estas distancias y poder establecer las diferentes rutas postales, se utilizaba lo que se llamó Rueda Perambuladora, una especie de gran rueda con rayos que en su centro, en el eje de la misma, contaba con un “odómetro”integrado que al girar se activaba e iba midiendo en leguas terrestres (l, 609 mts.) las distancias entre pueblos y ciudades; calculando, a partir de estasmediciones, los días que un caballo o una carreta hacían de un destino a otro. Esta gran rueda, a semejanza de un arado, mediante un aditamento era remolcada por una mula u/o caballo y comenzaba a rodar desde la conocida Puerta Mariana de Palacio Nacional, la puerta de en medio del edificio, ahí se iniciaba en “0” el recorrido. Por eso, en toda la época colonial, los trabajadores  del correo eran quienes mejor conocían todos los senderos y caminos del país y sabían del “estado físico y de su conservación”. El Correo propicio y fomentó de manera muy especial también la elaboración de mapas o cartas geográficas en todo el territorio nacional.

Ordenanzas Importantes del Servicio de Correos durante la Administración de la Corona
1776-1794

Real Ordenanza del Correo Marítimo, se publica el 26 de enero de 1777 y está vigente hasta 1802, año en que el correo marítimo, que tenía su propiaflota de barcos conocidos como “Bajeles”, entrega a la Armada Española, el transporte del correo marítimo, así como toda su flota.

Real Ordenanza de Correos de 1778, se publica el 22 de mayo de ese año y especifica que el robo o violación de la correspondencia será castigado de manera severa. En el caso concreto del Virreinato de la Nueva España esta real orden se mantuvo vigente hasta el año de 1812, en que Félix María Calleja, con motivo de la Guerra de Independencia, ordena que se abriera toda la correspondencia en los pueblos y ciudades donde se sabía que vivían los llamados en ese entonces “nacionales” hoy conocidos por la Historia como Insurgentes.

Real Ordenanza de Correos de 1782, establece el uso de los “Buzones” en las administraciones de correos y menciona la aparición del personaje más emblemático de todo el correo: “El Cartero”

De 1580 a 1795, el usuario o destinatario del servicio de correos, salvo los lugares donde a partir del siglo XVIII, ya existía la persona del cartero, solían acudir a las oficinas de correos a recoger su correspondencia y paquetería y pagar ahí el importe del servicio.

“Las Listas de Correspondencia”. La forma de entrega de la correspondencia en un principio era acudiendo a la oficina del Correo Mayor a revisar las listas que pegaban en algún sitio visible y tenían la peculiaridad que se hacían listas de las cartas y los impresos que habían llegado procedentes de rumbo o de una línea específica, por ejemplo, se hacía una lista con todas las cartas provenientes de Zacatecas, de Taxco, de Valladolid, y así sucesivamente y cada “línea” o “rumbo” por lo general tenían un día al mes o a la semana o cada quince días, en que llegaban de acuerdo a la periodicidad de cada ruta.

“Las Cajas de Apartado” surgen en el servicio de correos, desde el siglo XVIII, siendo la Ordenanza de 1743, la primera que formaliza su existencia y norma su operación. Ya en el siglo XIX, las cajas de apartado se generalizan en las oficinas de correos, en especial en las oficinas importantes de los centros urbanos y consistían, en un principio, en muebles de madera con divisiones de cajones, en donde se depositaba la correspondencia. Colocadas con las puertas cerradas hacía afuera de la oficina, cada una con su propia llave y con numeración progresiva; hacia adentro estaban totalmente descubiertas, lo que facilitaba a los empleados de correos la colocación de la correspondencia. Hasta la fecha, quien quiera tener una Caja de Apartado Postal en alguna oficina de correos que aun cuente con este servicio, el usuario tiene que celebrar un contrato o convenio con el Servicio Postal Mexicano.

El primer cartero que tuvo la ciudad de México se llamó José Lazcano y fue todo un acontecimiento en su momento. Él tenía la obligación  de anotar los cambios de domicilio, indagar los nuevos y dejar las cartas en manos de los destinatarios, salvo que conociera a sus parientes y/o criados. Cuando la carta era certificada recogía el recibo y lo entregaba al administrador. Según la Ordenanza, toda correspondencia debía de repartirse y entregarse en un plazo de doce horas, por lo que el retraso en la entrega o la alteración en el precio del servicio era motivo de despido. Los primeros carteros, no tenían sueldo, estaban a destajo y obtenían como paga de su trabajo, un cuarto de real de sobreporte por carta entregada o sea que era el destinatario quien en realidad le pagaba.Si un cartero entregaba al día, en una jornada que podía ser hasta de doce horas, cien cartas, éste recibía de jornal algo así como 25 reales; aquí no se incluyen el reparto de los paquetes que eran, algunos, bastante voluminosos.

Nota alusiva a la moneda en el Imperio Español y Nueva España:El real español era una moneda de plata de 3,35 gramos que empezó a circular en Castilla en el siglo XIV y fue la base del sistema monetario español hasta mediados del siglo XIX. A partir del año 1497 tenía un valor de 34 maravedíes. En ese mismo año, la Pragmática de Medina del Campo emitida por los reyes Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón establecía en detalle el peso y la cantidad de plata que debía poseer el real acuñado, además de ordenar la presencia de la sigla del ensayador respectivo en cada moneda, así como la sigla de la ceca donde fue acuñada. Su cambio en época de Felipe II era de 1 real de plata por 34 maravedíes y, a su vez, 1 escudo de oro por 16 reales de plata.

Los múltiplos eran las monedas de 2 reales, 4 reales y la conocida y famosa pieza de 8 reales o «real de a 8». Estas monedas eran producidas en gran cantidad durante los siglos XVI, XVII y XVIII, no sólo en las cecas de la misma España sino también en sus colonias americanas, como en las cecas de México, activa desde 1535, Lima, activa desde 1568, Potosí, activa desde 1574, Bogotá, activa desde 1627, Popayán, activa desde 1758, y Santiago de Chile, activa desde 1749; tal abundancia de cecas en diversos lugares y la adecuada ley de plata de sus productos generó que el real español fuese una moneda frecuente de hallar en los mercados mundiales en el periodo entre 1600 y 1800, al punto que el real era utilizado comúnmente como dinero circulante, incluso fuera de los dominios españoles.

Existían el real, medio real, cuarto y sexto de real de plata de once dineros y cuatro granos de ley y talla de sesenta y seis piezas de un real por un marco desde don Pedro I. Los reyes Enrique II, Juan I, Enrique III, Juan II y Enrique IV acuñaron los suyos a la misma ley y talla.

Real Ordenanza de Correos de 1794. No obstante que la ordenanza de 1782 establecía la conveniencia de la entrega de la correspondencia a domicilio, la experiencia de José Lazcano fue transitoria, a manera de prueba y posteriormente fue suprimida; no fue sino hasta el año de 1795, obedeciendo la ordenanza del año anterior que se estableció en las Administraciones Principales de México y Veracruz, así como en las Oficinas Principales y Subalternas de las ciudades y villas más importantes de la Colonia, la entrega de las cartas a domicilio, ya en forma definitiva. Los carteros cobraban los portes que aparecían anotados en cada envío y además ½ real por cada carta que entregaban; quedándosele al cartero sólo el importe de ¼ de real.

Real Ordenanza de Correos de 1817

Los Administradores de Correos del 1 de julio de 1776, al 10 de febrero de 1822
Domingo Antonio López                                  1-VII-1776/8-VI-1779
Laureano Teixa de Senande (interino)         9-VII-1779/4-I-1780
Antonio Joaquín Fernández de                       4-I-1780/ 27-XI-1782
La Vega (interino)                                              27-VI-1783/25-X-1790
Laureano Teixa de Senande(interino)         28-XI-1782/ 26-VII-1783
Andrés Mendívil de Amirola                           26-X-1790/ 10-II-1822

Durante los últimos años del régimen Colonial, en Nueva España existían dos Administraciones Generales de Correos: La Administración General de Veracruz y la Administración General de México; se contaba con 16 Administraciones Principales y 35 Subalternas.

El correo en el México Independiente

Consumada la independencia el 27 de septiembre de 1821, al correo que se le denominaba y consideraba hasta entonces como “La Renta de Correos”, pasa a ser “Ramo de Correos” dependiendo de la Secretaría de Estado y del Despacho Universal de Relaciones Interiores y Exteriores y Gobernación y curiosamente, a escasos 42 días, el 8 de noviembre de 1821, la Junta Provisional de la Regencia especifica que el “Coreo” subsistirá con los emolumentos que obtuviera por prestar el servicio. El 10 de febrero de 1822 es nombrado el señor don José María Beltrán como el primer Administrador General del  Servicio de Correos del México Independiente.

Según las estadísticas de la época, el Correo en el año de 1800, cuando se consideraba que el país tenía una población aproximada de entre seis y ocho millones de habitantes, la red postal tenía una extensión de casi 25,000 kilómetros, contaba para el despacho de la correspondencia 401 oficinas en todo el territorio de la entonces Nueva España, atendidas por944 empleados y tan sólo en ese año movió1,100,000 piezas postales entre cartas y paquetes.

Nota: en los 944 empleados de la estadística de 1800, van incluidos 483 empleados de las Oficinas Agregadas y Subalternas.
El 27 de mayo de 1823, por Decreto de la Regencia del Imperio se suprimió la Administración General de Veracruz, quedando con el carácter de Administración Principal, subordinada a la Administración General de México.

El 16 de noviembre de 1824, ya durante la presidencia del general Guadalupe Victoria, por decreto de éste, la Administración General de Correos de la República Mexicana, pasa a depender de la Secretaría de Hacienda y se establece un Reglamento Interno para su operación el 8 de diciembre de ese mismo año.

El 10 de octubre de 1824, al iniciarse el mandato del Presidente Guadalupe Victoria y a seis días de haberse jurado y promulgado la Constitución Federativa de los Estados Unidos Mexicanos, la primera constitución del México independiente conocida comúnmente como La Constitución de 1824, la Administración General de Correos en la ciudad de México contaba con 20 empleados y un presupuesto de $ 17,915 anuales para el pago de los mismos, dependiendo de ella directamente también 33 oficinas subalternas con un empleado cada una, aparte de 70 oficinas agregadas.

Oficinas Principales del Correo en México en 1824:

Puebla.- Principal, dotada con 6 empleados y $ 4,000 anuales para su pago; de ella dependían 34 Oficinas Agregadas con 10% de honorarios.
Oaxaca.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 2,000 anuales para su pago; de ella dependían 13 Oficinas Agregadas con 5 % y 10% de honorarios.
Morelia.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 1,800 anuales para su pago; con 24 Oficinas agregadas con 10% de honorarios.
Querétaro.- Principal, dotada con 4 empleados y $ 2,300 anuales para su pago; con 2 Administraciones Subalternas: Celaya y San Miguel el Grande, con $ 250 anuales cada una. Con 12 Oficinas Agregadas con el 10 % de honorarios y 2 con el 25% de honorarios.
Guanajuato.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 1,700 anuales para su pago; de ella dependían 8 Oficinas Agregadas, con 10 % de honorarios.
Guadalajara.- Principal, dotada con 5 empleados y $ 2,700 anuales para su pago; de ella dependían 53 Oficinas Agregadas con 10% de honorarios.
Durango.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 1,500 anuales para su pago; de ella dependían 15 Oficinas Agregadas con 10 % de honorarios.
San Luis Potosí.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 1,800 anuales para su pago; con 32 Oficinas Agregadas con un 10 % de honorarios.
Zacatecas.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 1,800 anuales para su pago; con 15 Oficinas Agregadas con un 10% de honorarios.
Chihuahua.- principal, dotada con 2 empleados y $ 1,300 anuales para su pago; con 15 Oficinas Agregadas con un 10 % de honorarios.
Coahuila y Texas.- Principal, dotada con 2 empleados y $ 1, 600 anuales para su pago; con 17 Oficinas Agregadas con el 8 % y 10 % de honorarios.
Jalapa.- Principal, dotada con 4 empleados y $ 2,000 anuales para su pago;  con 10 Oficinas Agregadas, con el 10, 15 y 20 % de honorarios.
Orizaba.- Principal, dotada con 2 empleados y $ 1, 165 anuales para su pago;
con 1 Oficina Agregada con el 20% de honorarios.
Campeche.- Principal, dotada con 4 empleados y $ 2,600 anuales para su pago.
Mérida.- Principal, dotada con 3 empleados y $ 2,800 anuales para su pago; con 8 Oficinas Agregadas, con el 10, 15 y 20 % de honorarios.
La Administración General de Correos de Veracruz, que se convirtió a partir de 1823 en Oficina Principal, tenía bajo su jurisdicción a 5 Oficinas Principales, y 28 Oficinas Agregadas. En su momento contaba con 23 empleados en total.
Nota: durante la época de La Colonia, las Oficinas Principales de Campeche y Mérida, pertenecían a la Capitanía General de Yucatán y dependían directamente de la Dirección General de Correos en Madrid, España.

Por la Ley del 10 de noviembre de 1824, expedida por el Presidente Gral. Guadalupe Victoria, se dio el rango de “Comisarías” a todas las oficinas de correos “Foráneas”, que eran las conocidas como subalternas.



General Guadalupe Victoria

Acta de Independencia del Imperio Mexicano






El servicio de correos en México durante el siglo XIX

El Servicio de Correos en México, durante el siglo XIX, en especial en la primera mitad de este controvertido siglo, administrado y operado por mexicanos, al igual que la sociedad de la que era un reflejo, sufrió todas las altas y bajas que experimentó el país en este siglo, por demás azaroso, de nacimiento y surgimiento donde los gobiernos liberales y conservadores se sucedían en el poder y las intervenciones extranjeras lo desangraron con varias guerras como la invasión norteamericana en 1847, en la que el país perdió más de la mitad de su territorio y la invasión francesa entre 1862 y 1867 y como preámbulo a todo esto, la guerra de Texas en 1836 que cercenó más de la mitad de su territorio al otrora estado de Coahuila-Texas. No obstante este sombrío panorama, el servicio de correos jamás se interrumpió, aun en épocas de guerra; al contrario, fue la etapa en que al igual que todos los servicios de correos de todo el mundo, a la par con la Revolución Industrial y el progreso y crecimiento de los grandes centros urbanos, el correo mexicano se adhiere a la famosa Revolución Postal que en Inglaterra encabezara Rowland Hill, Director General del Correo Británico en el año de 1840.

La Reforma Postal de 1840

La Prestación del Servicio de Correos deja de ser prerrogativa de las clases adineradas: la nobleza y la burguesía y se hace extensiva a toda la sociedad mediante el establecimiento del “franqueo previo” con una cuota baja y única, no importando la distancia entre el punto de origen y el de destino, pues la popularización del servicio y el alto volumen de envíos lo consolidó como una renta del estado al servicio de la sociedad, redituable económicamente. Como resultado de este proceso nace la “estampilla postal”.

¿En qué consistió la Reforma Postal de 1840, misma a la que México se adhirió hasta el año de 1856 bajo la presidencia de Ignacio Comonfort? Hasta antes de 1840, en todo el mundo, los servicios de correos seguían cobrando el franqueo de la correspondencia y paquetería a sus destinatarios en el momento que se les entregaba, situación que en ocasiones hacía difícil para todas las administraciones postales del mundo, el hecho de cobrar por un lado y por el otro, era muy frecuente que si una persona, aun sabiendo que le habían enviado una carta o un paquete, no tenía los recursos económicos con que ir a las oficinas de correos a recogerlos, los dejaba ahí por tiempo indefinido, viéndose afectados las administraciones de correos por la falta de pago y el hacinamiento en sus bodegas de todo el material rezagado.

En cierta forma, el servicio de correos en un principio siempre fue un servicio caro; no todas las personas tenían los recursos económicos para hacerlo, además de que era un servicio circunscrito, de alguna manera, sólo para aquellos que sabían leer y escribir y en el siglo XIX, no sólo en México, sino en el mundo entero, el alto grado de analfabetismo era común entre la gran mayoría de la población.

Fue en Inglaterra, durante los inicios del largo reinado de la Reina Victoria, misma que dio su nombre a todo ese tiempo conocido como la “Era o Época Victoriana” en 1840, que Sir Rowland Hill, Director del Correo Inglés estableció el uso del “franqueo previo” o pago previo para el envío de los legajos, cartas y paquetería, mediante el pago de una cuota accesible al común denominador de todos los ciudadanos ingleses; no hay que olvidar que con el fenómeno del colonialismo, con la expansión inglesa a todo el África, India y Oceanía, para los ciudadanos ingleses era imprescindible tener comunicación con sus seres queridos, amigos y familiares a un precio accesible y es así como nace la estampilla postal. Se inventa un trozo de papel engomado que adherido a la carta o paquetes contenga el costo o precio del mismo, con algún simbolismo. La primera estampilla postal del mundo fue el famoso Penny Black, una estampilla que ostentaba el perfil de la joven reina Victoria en color negro; su costo era precisamente el equivalente a un “Penny”.



Penny Black, la primer estampilla


Reina Victoria

a previa a la invención de las estampillas postales fue necesaria primero, la invención del “sobre” adonde se iba a adherir la estampilla y se le atribuye a un librero inglés de apellido “Brewer”, quién se cree lo inventó entre 1830 y 1840; curiosamente este personaje era muy amigo de un destacado funcionario del museo británico llamado John E. Gray, que con el tiempo llegó a ser Director del mismo museo y a  quien después conoceremos como el padre de la filatelia; antes de esta época las cartas iban envueltas en simples pliegos de papel doblados a mano situación que popularizó el uso del lacre y sellos de metal para sellar cada carta.

La Reforma Postal en México en el año de 1856

El Decreto de 21 de febrero de 1856, firmado por el Presidente Ignacio Comonfort y siendo el Administrador General de Correos el Dr. Don Valentín Gómez Farías, expresidente de la República y connotado liberal, estableció y reglamentó el “franqueo postal previo” entrando así México de lleno a la Reforma Postal Mundial.



Presidente Ignacio Comonfort


Valentín Gómez Farias


Guillermo Prieto, Administrador General de Correos


El artículo II del mencionado Decreto decía a la letra: La Administración General de Correos abrirá sellos que representen el busto del primer héroe de la Independencia: el s. D. Miguel Hidalgo, expresándose en ellos el valor que cada uno deba tener, que será el de medio real, uno, dos, cuatro y ocho reales, los cuales servirán para marcar la correspondencia franca por medio de estampillas,

El artículo III, completaba lo siguiente: Los sellos de que habla el artículo anterior se expenderán en esta capital en la administración General de Correos, y en los lugares que ella designe, practicándose lo mismo en todas las administraciones foráneas que pertenezcan a la renta, todo bajo su responsabilidad, previa la cuenta que debería llevarles la Contaduría General del Ramo.

El Reglamento de la Oficina de Estampas

Posteriormente, ya siendo Administrador General de Correos don Guillermo Prieto, se publica el Reglamento de la Oficina de Estampas el 15 de julio de 1856, que normó todo lo relacionado con la confección de estampillas, sus precios, distribución y manejo de manera minuciosa. Las estampillas, estampas como se les llamó, debían de adherirse a las correspondencias, por los empleados de Correos y expresaban en sí mismas el pago. El exceso de cuotas o porte se pagaba en el lugar de su destino por los destinatarios, cargándose el valor de la factura a la Administración de Correos para donde fuera consignada.
La Importancia de las “contramarcas”

El artículo 15 del Reglamento de la Oficina de Estampas establecía que desde el momento en que una oficina de correos recibía una dotación de estampillas, antes de venderlas debía marcarlas con el sello de la administración correspondiente, de donde saldría la correspondencia; estas contramarcas que identificaban el lugar de procedencia protegía a las mismas estampillas en caso de que se extraviaran, pues sin contramarca no tenían valor ni podían ser utilizadas para porte. A la larga esta medida ha dado un inmenso valor filatélico a estas estampillas.

Los 47 Distritos y los 11 Sub-Distritos en 1856

En el año de 1856, el territorio mexicano contaba con 47 Administraciones Principales a través de las cuales se prestaba el servicio de correos que no necesariamente correspondían a los estados en que estaba dividida la República; a esta división se le conoce hasta la fecha sobre todo en la literatura filatélica como “Distritos” y a saber eran:

Acapulco, Apam, Campeche, Cuernavaca, Chalco, Chiapas, Chihuahua, Ciudad Bravo, Córdoba, Durango, Guadalajara, Guanajuato, Hermosillo, Huejutla, Isla del Carmen, Ixtlahuaca, Jalapa, lagos, Lerma, Maravatío, Mazatlán, Mérida, México, Monterrey, Morelia, Oaxaca, Orizaba, Pachuca, Puebla, Querétaro, Saltillo, San Luis Potosí, Sayaniquilpan, Sultepec, Tabasco, Tampico, Temascaltepec, Tepic; Tixtla Guerrero; Tlalpujahua, Toluca, Tula, Tulancingo, Veracruz; Victoria, Tamaulipas; Iguala, Zacatecas.

Además de las siguientes Oficinas Subalternas (Sub-Distritos): Aguascalientes, Baja California, Colima, Cuautitlán, Perote, Polotitlán, San Felipe del Obraje, Tacubaya, Texcoco, Tlalpan, Villa del Valle y Zitácuaro. 

A partir del Decreto del 15 de diciembre de 1856 se establece el “franqueo previo forzoso”  para toda clase de correspondencias y se estableció una sola  tarifa para dos distancias únicamente: de 1 a 16 leguas y de 17 leguas en adelante.

La primera emisión de estampillas mexicanas conocida como ”Los Hidalgos”, circuló del 1 de agosto de 1856 al 17 de abril de 1861 y curiosamente cubre una etapa histórica crucial para México, “La Guerra de Reforma”

El grabado  de la estampilla de don Miguel Hidalgo es obra del famoso grabador don José Villegas, un trabajo delineado con gran finura y un acabado perfecto; no así su impresión debido a que la Oficina Impresora del Gobierno no contaba por aquella época con los elementos que el caso requería; no había máquinas especiales para los transportes de los dados o matrices; se usaba tórculo. Las placas eran de latón de 3 mm y no de cobre o acero como se creía en un principio y las tintas eran preparadas por los mismos impresores. En estas condiciones era muy difícil lograr un tiraje y un colorido uniforme, y por eso hay estampillas con doble transporte de la matriz en la parte alta  o baja en todos los valores de la emisión.

La impresión de esta histórica emisión constó de cinco denominaciones: ½ real (azul), 1 real (amarillo), 2 reales (verde esmeralda), 4 reales (rojo) y 8 reales (lila).

La importancia de la Filatelia en México

La filatelia, hija del coleccionismo y la estampilla postal, tal vez el objeto de colección más importante de que dispone el hombre, surgieron casi juntas porque la estampilla desde su concepción llevaba en sí misma los elementos que con el tiempo la iban a convertir en el objeto más preciado de colección de muchos países, dado su tamaño,  diversidad, temática, colorido, precio y nacionalidad.

El primer coleccionista de que se tiene memoria es nada menos que el mismo John E. Gray del Museo Británico, ya que en 1841 a un año de haber aparecido la primera estampilla postal se dedicó a coleccionarlas con criterio metodológico, aunque de hecho el vocablo como tal fue acuñado hasta el año de 1865, cuando el comerciante y coleccionista de estampillas postales francés Georges Herpin,  propuso el término en un artículo escrito para el periódico Le collectionneur de Timbres Poste, de París, que salió publicado el 15 de noviembre de 1864. La palabra la formó de dos vocablos griegos: philos, que significa en su mejor acepción para el caso "amante" o "amigo",  y atelia, derivado a su vez de ateles, que significa originalmente exención de impuestos y que por ser precisamente lo contrario, se tomó como "pagado previamente" o "pagado de antemano". La Real Academia Española de la Lengua lo adoptó al español del francés hasta el año de 1922.

La importancia y trascendencia de la filatelia radica en el hecho de que cada estampilla de acuerdo a su temática se convierte en un especie de ícono o breviario cultural que viaja alrededor del planeta llevando un mensaje de paz, de conocimientos, de ideas, de imágenes, aportando toda una serie de valores que la hacen única; de esta manera cada estampilla postal emitida por cada uno de los países miembros de la Unión Postal Universal, se convierte en una embajadora cultural de buena voluntad y nos comenta, cuenta y narra acerca de tantas cosas, tantas, que no tiene más límites que la imaginación misma.

Las estampillas postales conmemoran acontecimientos históricos, culturales, efemérides, consignan descubrimientos científicos, geográficos, nos exponen justas deportivas como las olimpiadas o los campeonatos mundiales de futbol, las obras de arte más representativas de la humanidad; en síntesis, compendian todo el conocimiento acumulado del hombre en su diminuto tamaño, siendo uno de los mejores vehículos de comunicación entre los pueblos para un genuino intercambio de ideas, valores y conocimientos. Una estampilla postal lo mismo ostenta la reproducción de una obra de arte, que la fotografía o pintura de personajes célebres como héroes patrios, pintores, escritores, escultores, científicos, maestros y académicos connotados, artistas favoritos de las grandes mayorías, que la belleza inigualable de la flora y fauna representativa de cada país.

Dedicarse a un pasatiempo, y más que esto, al arte de la filatelia, además de la pasión por coleccionar, por escudriñar y por saber, se requiere disciplina y la constancia de un verdadero investigador que verá coronados sus esfuerzos al dominarla y poder trasmitirla a sus hijos, amigos y gentes interesadas en la materia.

Para la clasificación de la filatelia mexicana, los más acuciosos investigadores, de entre los que destaca el ya fallecido don Carlos Fernández Terán, la dividen en cinco periodos o épocas: El Clásico (1856-1883); el Antiguo (1884-1900); La Época Revolucionaria (1910-1923) el Periodo Moderno (1924-2006) y el Actual, de 2006 para acá, ya bien entrado el siglo XXI; lo que equivale a decir que contamos con un invaluable acervo filatélico de tres siglos que sobrepasan ya las cinco mil estampillas postales que, en miles de millones de tiraje ha emitido el Correo Mexicano.



Carlos Fernández Terán

La mayoría de los experimentados filatelistas, los verdaderos conocedores de la filatelia mexicana, considerada como una de las mejores o más sobresalientes del mundo, valoran la rara exquisitez de sus piezas ya que dentro de ellas existen verdaderas obras de arte  por el diseño gráfico estampado y emisiones representativas muy localizadas que marcan todo un hito dentro de la historia del país, como las que ostentan a Cuauhtémoc, último emperador azteca , con un valor de 30 centavos, y la famosa estampilla emitida el 2 de abril de 1922, de 50 centavos, hecha en grabado para conmemorar el correo aéreo que es un águila sobrevolando la población de Amecameca, teniendo como fondo los volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl, con la leyenda “Correo Aéreo”. Es muy importante destacar que el primer vuelo que transportó correspondencia  del correo se llevó a cabo  el 6 de julio de 1917, en un recorrido de 110 kilómetros, de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, a la ciudad de México, habiéndose cubierto la ruta en 53 minutos.

El correo mexicano, aparte de las estampillas postales conmemorativas y especiales, ha emitido de 1916 a la fecha, Siete Series Permanentes, la primera conocida como la de “Los Hombres Ilustres” de 1916 a 1923; la de “Lugares y Monumentos” de 1923 a 1934; la tercera serie permanente no tuvo nombre ni denominación especial y fue de 1934 a 1950; la cuarta conocida como “Arquitectura y Arqueología”, de 1959 a 1976, tuvo 25 años de vigencia y se caracterizó por contar entre sus viñetas algunas piezas de gran valor filatélico, ya clásicas de la filatelia mexicana. La quinta serie permanente o emisión regular fue “México Exporta” de 1975 a 1992, plasmando los productos que México exporta con diferentes valores faciales. También son importantes las estampillas postales del “Seguro Postal”; las series preolímpicas de 1965ª 1967 y las olímpicas en 1968.

Actualmente la diversidad de diseños y temas abordados por la filatelia mexicana la hacen muy atractiva, incluyendo estampillas elípticas, ovaladas y con elementos de Braille. La sexta serie permanente se denominó “México Turístico” de 1992 a 2002, con una vigencia de diez años. Además en medio de estas series permanentes es muy importante mencionar las que se derivaron de la serie “México Conserva” como las planillas de “Conservemos las Especies” donde se ilustra toda la biodiversidad del país y “Conservemos las Especies Marinas”. Por último en el año de 2005, en noviembre se canceló la séptima serie permanente “México Creación Popular”, integrada en su primera etapa por 18 diseños de artesanías populares. Esta serie tiene una diversidad de valores faciales destinados al porte y como toda serie permanente se caracteriza por su vigencia, circulación de varios años, la unidad temática que la conforma y el tiraje ilimitado de acuerdo a las necesidades del servicio.

Aquí hay que aprovechar para hacer un montaje espectacular de la filatelia mexicana, explicando de una manera pedagógica cómo se concibe cada estampilla postal y cómo está conformada: sus diferentes tamaños, sus valores faciales y las políticas que existen al respecto de sus emisiones.

El correo y el género epistolar

El Correo propicia en el mundo entero el florecimiento del arte de escribir y la carta se convierte en la mensajera idónea para trasmitir ideas; siendo requisito ineludible de este proceso la existencia de un remitente y un destinatario.

La carta de persona a persona, como un medio de comunicación, de expresar sentimientos, afectos, maneras de pensar, aportar diversos puntos de vista sobre algún cuestionamiento o planteamiento latente en la sociedad, difundir ideas, estrechar lazos de amistad entre tantas posibilidades,  surge como todo un género literario a partir de la segunda mitad del Siglo XVIII, con los Enciclopedistas y se consolida, gracias a la expansión del servicio de correos durante el transcurso de los siglos XIX y  XX y se le conoce como “Género Epistolar”

"El género epistolar, cuyo forma de expresión tradicional es el texto que comúnmente conocemos como carta, es uno de los más libres que existe dado que abarca una gran cantidad de temas y propósitos, expuestos de manera diversa, siempre y cuando cuente con un destinatario a quien va dirigida la carta y sus respectivos encabezamiento, saludo y despedida. En el cuerpo de la carta pueden aparecer recomendaciones, comentarios, solicitudes, diálogos, narraciones, poemas, notificaciones, argumentaciones de todo tipo hasta saludos y despedidas. En relación con sus objetivos y el ámbito de interés. Una carta puede ser privada, pública, oficial, abierta, doctrinal, científica, poética o amorosa. Evidentemente, su clasificación depende del grado de universalidad del mensaje que contenga, de la cantidad de personas a la que la carta puede alcanzar con sus significados.

Con el transcurrir del tiempo, el género epistolar ha cambiado su función en el mundo: la posibilidad de comunicación inmediata hace que se impongan los mensajes fragmentados, pequeñas piezas de lo que anteriormente eran las largas comunicaciones que escritas con pluma y contenidas en sobres lacrados viajaban por semanas o meses de un lugar a otro de un país o entre países y continentes para transmitir informaciones, pensamientos y sentimientos. Sin embargo, todavía hoy se escriben cartas y, aunque no lleguen con la frecuencia que solían hacerlo, todavía sentimos esa fascinación cuando un sobre o incluso un correo electrónica con cierta extensión nos llega, nos habla directamente y nos trae algo de la esencia del remitente.

Y si existe un tipo de carta que todavía tiene una vigencia fácilmente comprobable es la carta amorosa porque no existe dispositivo de comunicación que nos resuelva uno de los eternos retos humanos: ¿cómo puedo expresar lo que siento? Hace falta la voluntad de hacerlo, el sentarnos a escribir, el tener siempre presente la persona a quien dirigimos la carta, necesitamos imaginación pero también corazón, creatividad y sentimiento pero no debemos dejar de lado los argumentos. En la guerra, en el amor y en las cartas de amor todo parece estar permitido. Escribimos con ese tono íntimo y secreto de quien susurra pero, también, toda persona que le escribe al objeto de su amor quiere trascendencia, quiere que otros puedan entender el placer que obtiene cuando es correspondido y el martirio que significan las esperas, los rechazos, las despedidas y las rupturas.

Por eso, cuando escribimos una carta de amor, no escribimos sólo para que una única persona nos entienda sino también para que aquél que por accidente o con nuestra aprobación lea el texto, nos conozca un poco más y pueda él también reencontrarse, en su labor de lector, con las complejidades de ese sentimiento inabarcable que es el amor."

Nota, el autor de este texto es: Jesús Nieves Montero del Decanato de Estudios de Postgrado-Coordinación de Literatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

La “Carta” en la Literatura

En la España de la primera mitad del siglo XX, dentro del prolífico grupo de escritores en los que destacan los de la generación del 27 y los de la generación del 36, es sin lugar a dudas Miguel Hernández Gilabert, (Orihuela,  30 de octubre de 1910; Alicante, 28 de marzo de 1942) Poeta y dramaturgo, de origen humilde y de filiación republicana, soldado en el frente durante la cruenta Guerra Civil Española, uno de los escritores  que dejó más huella dentro del género epistolar y sus cartas a Josefina dan cuenta de ello; sin embargo, su famoso poema “carta” que nos toca lo más profundo de la sensibilidad humana, enmarca entre sus versos, la trascendencia del hecho de comunicar sentimientos y de trastocar las más sensibles fibras de un espíritu libre en el ejercicio reflexivo de escribir que queda y trasciende más allá de la muerte.

Carta

El palomar de las cartas
abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas
donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia,
el corazón, el silencio.

Oigo un latido de cartas
navegando hacia su centro.

Donde voy, con las mujeres
y con los hombres me encuentro,
malheridos por la ausencia,
desgastados por el tiempo.

Cartas, relaciones, cartas:
tarjetas postales, sueños,
fragentos de ternura,
proyectados en el cielo,
lanzados de sangre a sangre
y de deseo a deseo

Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.

En un rincón enmudecen
Cartas viejas, sobres viejos,
con el color de la edad
sobre la escritura puesta.
Allí perecen las cartas
llenas de estremecimientos.

Allí agoniza la tinta
Y desfallecen los pliegos,
Y el papel se agujerea
Como un breve cementerio
De las pasiones de antes,
De los amores de luego.

Aunque bajo la tierra
Mi amante cuerpo esté,
Escríbeme a la tierra,
Que yo te escribiré

Cuando te voy a escribir
Se emocionan los tinteros:
Los negros tinteros fríos
Se ponen rojos y trémulos,
Y un claro calor humano
Sube desde el fondo negro.
Cuando te voy a escribir,
Te van a escribir mis huesos:
Te escribo con la imborrable
Tinta de mi sentimiento.

Allá va mi carta cálida,
Paloma forjada al fuego,
Con las dos alas plegadas
Y la dirección en medio.
Ave que sólo persigue,
Para nido, y aire y cielo,
Carne, manos, ojos tuyos,
Y el espacio de tu aliento

Y te quedarás desnuda
Dentro de tus sentimientos,
Sin ropa para sentirla
Del todo contra tu pecho.

Aunque bajo la tierra
Mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.

Ayer se quedó una carta
Abandonada y sin dueño,
Volando sobre los ojos
de alguien que perdió su cuerpo.
Cartas que se quedan vivas
hablando para los muertos:
papel anhelante, humano,
sin ojos que puedan serlo.

Mientras los colmillos crecen,
Cada vez más cerca siento
La leve voz de tu carta
igual que un clamor inmenso.
La recibiré dormido,
Si no es posible despierto.
Y mis heridas serán
Los derramados tinteros,
Las bocas estremecidas
De rememorar tus besos,
Y con su inaudita voz
Han de repetir: te quiero.

 

 

 



Este famoso poema del inmortal Miguel Hernández, concebido al estilo de los versos romanceados, forma parte de su libro El rayo que no cesa y a través de este, hace profundas reflexiones humanas sobre la comunicación epistolar que nos remiten al correo tradicional, a los carros correo del ferrocarril, a los carteros, al pregón para encontrarle destinatario a las cartas extraviadas y en especial, durante la guerra civil española, nos remite a los carteros voceando nombres en los patios de los cuarteles o en las trincheras donde a diario se enfrentaba a la muerte. Eran las cartas del pan del cariño en la distancia (tus cartas son un vino) el vino apasionado y generoso. La bella metáfora carta/paloma las equipara en blancura y diseño (con las dos alas plegadas...), símbolos de paz en milenario vuelo de mensajería. Oigo un latido de cartas: un pedazo de corazón viaja –fragmentos de la ternura– en el sobre. Malheridos por la ausencia: ¿quién como Miguel para expresar ausencias, soledades, despojos?

La carta” como fuente primordial, de primera mano, en la investigación histórica.

Con el paso del tiempo, el Género Epistolar se ha convertido en un valioso instrumento de investigación para los historiadores y las cartas de personas que en su momento tomaban decisiones cruciales en la vida y acontecimientos de sus pueblos, nos arrojan luz sobre lo que se decía, pensaba y escribía en su momento; como estas cartas que a continuación transcribimos, escritas entre los años de 1864 y 1867; dos por Benito Juárez García, a la sazón presidente de la República Mexicana, durante los aciagos años de la “Intervención Francesa y el Segundo Imperio” y una del famoso escritor francés Víctor Hugo, quien le dirige una carta al presidente Juárez, solicitándole  perdone la vida a Maximiliano, el malogrado emperador de tan lamentable invasión extranjera que fue el colofón de la cruenta Guerra de Reforma.



Maximiliano de Habsburgo

En el año de 1864, Maximiliano de Habsburgo, quien aceptando la invitación de varios integrantes del partido conservador, perdedores de la Guerra de Reforma, para que aceptara la corona de México, bajo la protección del invasor ejército francés, le escribe una carta al presidente Benito Juárez, supuestamente desde la goleta “Novara”, embarcación en la que hizo la travesía de Europa a México, a la que éste, de manera atenta el 30 de agosto de 1864, le da respuesta.

Benito Juárez
30 de Agosto de 1864.
"Respetable Señor:
Me habéis dirigido privadamente una carta fechada el 2 del corriente a bordo de la fragata Novara, y mi carácter de persona cortés y respetable me impone la obligación de contestarla aunque muy de prisa y sin meditación, pues, como debéis suponer, el importante y delicado cargo de Presidente de la República absorbe todo mi tiempo, y no me deja solaz ni aún de noche.

El filibusterismo francés está buscando minar y destruir nuestra nacionalidad, y yo que por mis principios y mi juramento soy el llamado a sostener la integridad nacional, su soberanía y su independencia, tengo que trabajar con mucha actividad, multiplicando mis esfuerzos, a fin de corresponder al sagrado depósito que la nación, ejerciendo sus facultades soberanas, me ha confiado. Esto no obstante, me propongo contestar, aunque muy brevemente, los puntos más importantes de vuestra carta.

Me decís que, "abandonando la sucesión de un trono en Europa, abandonando vuestra familia, vuestros amigos, vuestras propiedades y lo más caro del hombre, vuestro país, habéis venido con vuestra esposa Doña Carlota a tierras distantes y no conocidas, solo por obedecer un llamamiento espontáneo de una nación que fija en vos la felicidad de su porvenir". Admiro hasta cierto punto toda vuestra generosidad, pero me sorprende mucho encontrar en vuestra carta la frase "llamamiento espontáneo", pues yo había visto antes que cuando los traidores de mi país se presentaron bajo su propia autoridad, en Miramar, a ofreceros la corona de México con algunas actas de nueve o diez ciudades de la nación, no percibisteis en eso sino una farsa ridícula, indigna de la seria consideración de un hombre honrado y decente. En contestación a tal absurdo exigisteis la expresión libre de la voluntad nacional, como resultado del sufragio universal. Esto era pedir una imposibilidad; pero era el justo deber de un hombre honorable hacerlo: ¡Cuán grande, pues debe ser mi sorpresa, al veros venir al territorio mexicano, sin que se hayan cumplido alguna de las condiciones! Cómo no he de maravillarme al veros aceptar la misma farsa de los traidores, adoptar su lenguaje, condecorar y tomar en vuestro servicio bandidos como Márquez y Herrán, y rodear vuestra persona con esta clase peligrosa de la sociedad mexicana? Hablando francamente, me he engañado mucho: porque creía y esperaba que erais una de esas organizaciones puras que la ambición no puede corromper.


Me invitáis cordialmente a que vaya a México; a donde os dirigís a fin de que celebremos una conferencia en unión de otros jefes mexicanos armados hoy, prometiéndonos las fuerzas necesarias para nuestra escolta durante el viaje y empeñando como fianza y garantía, vuestra fe pública, vuestra palabra y vuestro honor. Es imposible, señor, que acceda a esta instancia, porque mis ocupaciones oficiales no me lo permiten. Pero si ejerciendo mis funciones públicas, pudiera aceptar tal invitación, no sería suficiente la fe pública, la palabra de honor de un agente de Napoleón el perjuro, de un hombre cuya seguridad está confiada a los mexicanos traidores, y que en este momento representa la causa de uno de los que firmaron el tratado de la Soledad. Conocemos demasiado bien en América el valor de esa fe pública, de esa palabra y de ese honor, justamente como sabe el pueblo francés lo que valen los juramentos y promesas de un Napoleón.

También decís que de la conferencia (si yo acepto), no dudáis que resulte la paz, y en ella la felicidad de la nación mexicana; que colocándose al imperio en un lugar de honor distinguido, contaría en lo futuro con mi talento y mi patriotismo para el bien general. Es indisputable, señor, que la historia de nuestros tiempos registre los nombres de grandes traidores, que han hecho traición a sus juramentos, a sus palabras y a sus promesas, que han sido falsos a su propio partido y principios, aun a sus antecedentes y a lo más sagrado para el hombre de honor: cierto también que en todos estos casos de traición el traidor ha sido guiado por la vil ambición de mando, y el deseo miserable de satisfacer sus pasiones y sus vicios; pero un hombre, a quien está confiado el cargo de Presidente de la República, saliendo como ha salido de las oscuras masas del pueblo, sucumbirá, si así lo decreta la sabiduría de la Providencia, desempeñando su deber hasta lo último, correspondiendo a las esperanzas de la nación. que preside, y satisfaciendo las aspiraciones de su propia conciencia.


La falta de tiempo me obliga a concluir, y sólo añadiré una observación. Al hombre le es dado a veces atacar los derechos de otro, apoderarse de sus propiedades, amenazar las vidas de los que se atreven a defender su nacionalidad, hacer aparecer las más esclarecidas virtudes como crímenes y hacer resplandecer sus vicios como virtudes. Pero hay una cosa que está fuera del alcance de los falsos y perversos, y esta es la sentencia tremenda de la historia. Ella nos juzgará.

BENITO JUÁREZ

Carta escrita por Benito Juárez García, presidente de la República Mexicana a don Matías Romero, en ese momento el representante del itinerante gobierno de  México ante el gobierno de los estados Unidos de Norteamérica, en la que se da por enterado de las negociaciones diplomáticas que éste lleva a cabo y se opone terminantemente a que como contraparte de la posible ayuda de Estados Unidos a México, se comprometa la soberanía de los estados de Sonora y Sinaloa, que al parecer reclamaría Estados Unidos como pago y hace hincapié en los esfuerzos que los habitantes de esos estados han hecho combatiendo a las fuerzas invasoras francesas; también se entera, cosa que le da tranquilidad, de que el gobierno estadounidense no está dispuesto a reconocer al espurio Imperio de Maximiliano de Habsburgo, sostenido por las ballonetas de  los ejércitos  Franceses.

Chihuahua, enero 26 de 1865.

Sr. D. Matías Romero, Washington
Mi querido amigo: Por su carta de 14 de noviembre pasado y por las comunicaciones oficiales, que remite al ministerio, quedo impuesto de que las cosas han cambiado en esa de un modo favorable a nuestra causa, lo que celebro mucho, pues estaba yo muy inquieto por las noticias que corrían, de que ese gobierno estaba dispuesto a reconocer el imperio de Maximiliano. Así tendremos a lo menos una cooperación negativa de esa república, pues en cuanto a un auxilio positivo, que pudiera darnos, lo juzgo muy remoto y sumamente difícil, porque no es probable siquiera que el sur ceda un ápice a sus pretensiones y en tal caso, ese gobierno tiene que concluir la cuestión por medio de las armas, y esto demanda mucho tiempo y muchos sacrificios.

La idea que tienen algunos, según me dice usted de que ofrezcamos parte del territorio nacional para obtener el auxilio indicado, es no sólo antinacional, sino perjudicial a nuestra causa. La nación por el órgano legítimo de sus representantes ha manifestado de un modo expreso y terminante, que no es su voluntad que se hipoteque, o se enajene su territorio, como puede usted verlo en el decreto en que se me concedieron facultades extraordinarias para defender la independencia y si contrariásemos esta disposición, sublevaríamos al país contra nosotros y daríamos una arma poderosa al enemigo para que consumara su conquista. Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar ese atentado, entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquiera otra nación se apodera de algún punto de nuestro territorio y por nuestra debilidad no podemos arrojarlo de él, dejemos siquiera vivo nuestro derecho para que las generaciones que nos sucedan lo recobren. Malo sería dejarnos desarmar por una fuerza superior pero sería pésimo desarmar a nuestros hijos privándolos de un buen derecho, que más valientes, más patriotas y sufridos que nosotros lo harían valer y sabrían reivindicarlo algún día.

Es tanto más perjudicial la idea de enajenar el territorio en estas circunstancias, cuanto que los estados de Sonora y Sinaloa, que son los más codiciados, hacen hoy esfuerzos heroicos en la defensa nacional, son los más celosos de la integridad de su territorio y prestan al gobierno un apoyo firme y decidido. Ya sea, pues, por esa consideración, ya sea por la prohibición que la ley impone al gobierno de hipotecar o enajenar el territorio nacional y ya sea en fin porque esa prohibición está enteramente conforme con la opinión que he tenido y sostenido siempre sobre este negocio, repito a usted lo que ya le he dicho en mis cartas de 22 de diciembre último y posteriores, a saber: que no sólo debe usted seguir la patriótica conducta que ha observado de no apoyar semejante idea, sino que debe usted contrariarla trabajando por disuadir a sus autores haciéndoles presente las funestas consecuencias que nos traería su realización.

Celebro que haya usted quedado satisfecho de la opinión que observó en el ejército del general Grant respecto de nuestra causa. Esa opinión y la que ha manifestado mister Seward son una garantía que podremos tener de que el imperio de Maximiliano no sería reconocido por ese gobierno. Es lo único positivo que podemos esperar por ahora de esa república.

No me extiendo a más porque bajo la impresión del profundísimo pesar que destroza mi corazón por la muerte del hijo a quien más amaba, apenas he podido trazar las líneas que anteceden. Digo por la muerte del hijo a quien más amaba, porque según los términos de la carta de usted que recibí anoche, he comprendido, que sólo por lo funesto de la noticia, no me la ha dado usted de un golpe; pero en realidad mi amado hijo ya no existía, ya no existe. ¿No es verdad? Con toda mi alma deseo equivocarme y sería yo muy feliz si por el próximo correo que espero con verdadera ansiedad se me dijera que mi hijo estaba aliviado. ¡Remota esperanza que un funesto presentimiento desvanece, diciéndome que ya no hay remedio!
Adiós amigo mío. Sabe usted que lo aprecia su inconsolable y afectísimo.
Benito Juárez

Carta del escritor francés Víctor Hugo a Benito Juárez, del 20 de junio de 1867, solicitando el perdón a Maximiliano pero reconociendo el triunfo de la República y el mérito del presidente  Juárez en la defensa de su patria. La peculiaridad de esta carta es que la fecha, su autor, un día después en que Maximiliano había sido fusilado en la ciudad de Querétaro, en el Cerro de las Campanas, el 19 de junio de 1867.

Juárez: 
Usted ha igualado a John Brown. La América actual tiene dos héroes, John Brown y usted. John Brown por quien la esclavitud ha muerto; usted, por quien la libertad vive. México se ha salvado por un principio y por un hombre.

El principio es la República, el hombre, es usted.
Por lo demás, la suerte de todos los atentados monárquicos es terminar abortando. Toda usurpación empieza por Puebla y termina por Querétaro. En 1863, Europa se abalanzó contra América. Dos monarquías atacaron su democracia; una con un príncipe, otra con un ejército; el ejército llevó al príncipe. Entonces el mundo vio este espectáculo: por un lado, un ejército, el más aguerrido de Europa, teniendo como apoyo una flota tan poderosa en el mar como lo es él en tierra, teniendo como recursos todas el dinero de Francia, con un reclutamiento siempre renovado, un ejército bien dirigido, victorioso en África, en Crimea, en Italia, en China, valientemente fanático de su bandera, dueño de una gran cantidad de caballos, artillería y municiones formidables. Del otro lado, Juárez.

Por un lado, dos imperios; por otro, un hombre. Un hombre con otro puñado de hombres. Un hombre perseguido de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, de bosque en bosque, en la mira de los infames fusiles de los consejos de guerra, acosado, errante, refundido en las cavernas como una bestia salvaje, aislado en el desierto, por cuya cabeza se paga una recompensa. Teniendo por generales algunos desesperados, por soldados algunos harapientos. Sin dinero, sin pan, sin pólvora, sin cañones. Los arbustos por ciudadelas. Aquí la usurpación, llamada legitimidad, allá el derecho, llamado bandido. La usurpación, casco bien puesto y espada en mano, aplaudida por los obispos, empujando ante sí y arrastrando detrás de sí todas las legiones de la fuerza. El derecho, solo y desnudo. Usted, el derecho, aceptó el combate. La batalla de uno contra todos duró cinco años. A falta de hombres, usted usó como proyectiles las cosas. El clima, terrible, vino en su ayuda; tuvo usted por ayudante al sol. Tuvo por defensores los lagos infranqueables, los torrentes llenos de caimanes, los pantanos, llenos de fiebre, las malezas mórbidas, el vómito prieto de las tierras calientes, las soledades de sal, las vastas arenas sin agua y sin hierba donde los caballos mueren de sed y de hambre, la gran planicie severa de Anáhuac que se cuida con su desnudez, como Castilla, las planicies con abismos, siempre trémulas por el temblor de los volcanes, desde el de Colima hasta el Nevado de Toluca; usted pidió ayuda a sus barreras naturales, la aspereza de las cordilleras, los altos diques basálticos, las colosales rocas de pórfido. Usted llevó a cabo una guerra de gigantes, combatiendo a golpes de montaña.

Y un día, después de cinco años de humo, de polvo, y de ceguera, la nube se disipó y vimos a los dos imperios caer, no más monarquía, no más ejército, nada sino la enormidad de la usurpación en ruinas, y sobre estos escombros, un hombre de pie, Juárez, y, al lado de este hombre, la libertad.

Usted hizo tal cosa, Juárez, y es grande. Lo que le queda por hacer es más grande aún. Escuche, ciudadano presidente de la República Mexicana. Acaba usted de vencer a las monarquías con la democracia. Usted les mostró el poder de ésta; muéstreles ahora su belleza. Después del rayo, muestre la aurora. Al cesarismo que masacra, muéstrele la República que deja vivir. A las monarquías que usurpan y exterminan, muéstreles el pueblo que reina y se modera. A los bárbaros, muéstreles la civilización. A los déspotas, los principios.

Dé a los reyes, frente al pueblo, la humillación del deslumbramiento. Acábelos mediante la piedad. Los principios se afirman, sobre todo, brindando protección a nuestro enemigo. La grandeza de los principios está en ignorar. Los hombres no tienen nombre ante los principios, los hombres son el Hombre. Los principios no conocen sino a sí mismos. En su estupidez augusta no saben sino esto: la vida humana es inviolable.

¡Oh, venerable imparcialidad de la verdad! El derecho sin discernimiento, ocupado solamente en ser derecho. ¡Qué belleza! Es importante que sea frente a aquellos que legalmente habrían merecido la muerte, cuando abjuremos de esta vía de hecho. La más bella caída del cadalso se hace delante del culpable.

¡Que el violador de principios sea salvaguardado por un principio! ¡Que tenga esa felicidad y esa vergüenza! Que el violador del derecho sea cobijado por el derecho. Despojándolo de su falsa inviolabilidad, la inviolabilidad real, pondrá usted al desnudo la verdadera, la inviolabilidad humana. Que quede estupefacto al ver que del lado por el cual él es sagrado, es el mismo por el cual no es emperador. Que este príncipe, que no se sabía hombre, aprenda que hay en él una miseria, el príncipe, y una majestad, el hombre. Nunca se presentó una oportunidad tan magnífica como ésta. ¿Se atreverán a matar a Berezowski en presencia de Maximiliano sano y salvo? Uno quiso matar a un rey, el otro, a una nación. Juárez, haga dar a la civilización ese paso inmenso. Juárez, abolid sobre toda la tierra la pena de muerte. Que el mundo vea esta cosa prodigiosa: la república tiene en su poder a su asesino, un emperador; en el momento de arrollarlo, se da cuenta de que es un hombre, lo suelta y le dice: Eres del pueblo como los demás. Vete.

Ésa será, Juárez, su segunda victoria. La primera, vencer a la usurpación, es soberbia; la segunda, perdonar al usurpador, será sublime. Sí, a esos reyes cuyas prisiones están repletas, cuyos cadalsos están oxidados de asesinatos, a esos reyes de caza, de exilios, de presidios y de Siberia, a los que tienen a Polonia, a Irlanda, a La Habana, a Creta, a esos príncipes obedecidos por los jueces, a esos jueces obedecidos por los verdugos, a esos verdugos obedecidos por la muerte, a esos emperadores que tan fácilmente mandan cortar una cabeza, ¡muéstreles cómo se salva la cabeza de un emperador!

Por encima de todos los códigos monárquicos de los que caen gotas de sangre, abra la ley de la luz, y, en medio de la página más santa del libro supremo, que se vea el dedo de la República posado sobre esta orden de Dios: No matarás. Estas dos palabras contienen el deber. Usted cumplirá ese deber.

El usurpador será perdonado y el liberador no ha podido serlo, lástima. Hace dos años, el 2 de diciembre de 1859, tomé la palabra en nombre de la democracia, y pedí a Estados Unidos la vida de John Brown. No la obtuve. Hoy pido a México la vida de Maximiliano. ¿La obtendré? Sí. Y tal vez en estos momentos ya ha sido cumplida mi petición Maximiliano le deberá la vida a Juárez. ¿Y el castigo?, preguntarán. El castigo, helo aquí, Maximiliano vivirá "por la gracia de la República". 

Víctor Hugo,Hauteville House, a 20 junio de 1867

La Tarjeta Postal

La Tarjeta Postal, un ícono del correo que de manera paralela al nacimiento de “la filatelia”, y como resultado de la evolución vertiginosa de la fotografía, revolucionó de manera sustantiva la carta tradicional, el modo de comunicarse y agregó “arte” a la cotidiana costumbre de escribir.

Nacida para comunicar mensajes breves y para compartir experiencias lúdicas, gozosas, durante algún viaje de placer o de negocios o dar a conocer lugares, usos y costumbres, personajes, edificios famosos y un sin número de objetos, susceptibles de ser captados por las lentes de las nacientes cámaras fotográficas, la tarjeta postal surge a partir de la segunda mitad del siglo XIX y da cuenta ya de su gran trascendencia en el medio de las comunicaciones, especialmente a través del correo, se convierte en un ícono artístico de innegable valor, no sólo estético, sino histórico que da cuenta de épocas enteras de la sociedad que marcaron un hito en el desarrollo de las sociedades contemporáneas y quedaron ahí como testimonio gráfico de los años pasados. Si observamos con detenimiento el inmenso universo de las tarjetas postales, escogidas al azar, éstas ofrecen mucho más que meras reminiscencias placenteras y nostálgicas. Estos pequeños y efímeros rectángulos de cartón que llegaron a constituir una parte esencial del ritual de los vacacionistas, entrañan dimensiones históricas y sociales insospechadas. Se cree que fue Heinrich von Stephan, quien en 1865 sugirió la idea de imprimir “tarjetas postales” a las autoridades del correo prusiano sin mayor entusiasmo por el hecho; en un principio, no importaba mucho lo estampado al frente de este rectángulo de papel grueso o cartoncillo, sino el hecho de que a través de él se podían mandar recados, saludos, concertar una cita, servir de invitaciones a una cena o comida de negocios, etc., No fue sino hasta el 1 de octubre de 1869, que el correo austriaco imprimió las primeras tarjetas postales: llevaban la tarifa impresa en el anverso, donde había también un espacio para la dirección y en el reverso se podía escribir el mensaje que se deseara. No necesitaban de sobre y al comprarlas ya llevaban “el porte” incluido.

Al poco tiempo de circular en Europa, también aparecieron en Canadá y los Estados Unidos, ya con la modalidad de llevar al frente alguna fotografía impresa. En un principio la patente y uso de las tarjetas postales era del uso exclusivo de los servicios postales de cada país y surgen y se afianzan en el gusto del público, de la mano de la Unión Postal Universal, recientemente nacida en Berna, Suiza. Las Tarjetas Postales Oficiales son reconocidas por la UPU en su Congreso de París y se estableció una tarifa común para los 32 miembros iniciales de la UPU, así como el protocolo de impresión en dos idiomas: el del país de origen y en francés. Fue tal la popularidad que alcanzaron las tarjetas postales que se estima que en Estados Unidos, nada más en el año de 1908, se imprimieron y enviaron más de 700 millones de tarjetas postales. En México aparecieron las primeras tarjetas postales en marzo de 1882, antes inclusive que el Primer Código Postal. Dado el éxito que alcanzaron en Estados Unidos las tarjetas postales ilustradas, en México, en 1897, se imprimieron algunas con pequeñas vistas de la Catedral Metropolitana, del Paseo de la Reforma y del Castillo de Chapultepec. Poco a poco, los correos fueron perdiendo de manera gradual el monopolio de la impresión de las tarjetas postales, lo que dio entrada a algunas compañías privadas, situación que fomentó la competencia por crear piezas atractivas y de diversa índole. Al iniciarse el siglo XX era tal la producción de tarjetas postales que se inició una especie de frenesí por coleccionarlas con todo y los timbres que traían en el anverso.

Algunas de las más finas tarjetas postales de esa época, eran reproducciones litografiadas o grabadas de fotografías en tonos gris, sepia o verde. Con frecuencia se coloreaban a máquina o a mano. Muchas de ellas eran reproducciones de la obra de fotógrafos famosos y de renombre como Hugo Brehme, Charles B. Waite y Guillermo Kahlo. En ejemplo de la obra de estos afamados fotógrafos fue la Tarjeta Postal que mostraba al flamante Palacio de Correos, misma que fue utilizada para enviarla como invitación a la ceremonia de inauguración que del edificio hiciera el presidente Porfirio Díaz. La fotografía era obra de Guillermo Kahlo. México, a principios del siglo XX, importaba tarjetas postales ilustradas de Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos, que reproducían elegantes trabajos con escenas típicamente mexicanas.



Palacio Postal



Porfirio Díaz llega a la inauguración del Palacio Postal


Guillermo Kahlo


En 1902, Inglaterra propuso  que un lado de la tarjeta postal se dividiera entre la dirección, el espacio para la estampilla postal y el espacio para el mensaje propiamente dicho y se dejara el otro lado de manera completa para la ilustración; situación que perdura hasta la actualidad.

Los diferentes medios de transporte que ha utilizado el servicio de correos en México

El servicio de correos en México con más de 433 años de servicio, de funcionar ininterrumpidamente, ha utilizado para el transporte de la correspondencia (cartas personales, correspondencia oficial y correspondencia de tipo comercial) y los envíos o bultos postales, en los que destaca la llamada paquetería, todo tipo de transporte:desde el “correo en barco” que era el que venía proveniente de España y posteriormente de toda Europa y Asia; el llamado “correo de a pie” personificado por un mensajero; “el correo de a caballo” donde destacaron las famosas “Estafetas” y los “correos en recuas de mulas” o “Conductas” que las constituían cincuenta o más bestias de carga entre mulas y asnos conducidas por grupos de arrieros; “el correo en carreta y/o diligencia”; “el correo en lancha” a través de los ríos y zonas lacustres; “el correo en ferrocarril”; “el correo en avión” inaugurado en país el 6 de julio de 1917, en un recorrido de 110 kilómetros, de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, a la ciudad de México, habiéndose cubierto la ruta en 53 minutos; “el correo en automóvil o vehículo automotor”, que a partir de las década de los años treinta en que se inicia la expansión de la red de caminos a lo largo y ancho del país, se intensifica este tipo de servicio que de hecho en la actualidad es el que cubren la mayoría de las rutas postales terrestres.

“El Carro Correo” u “Oficinas Ambulantes” del ferrocarril toda una tradición en México.

A partir de la segunda mitad del Siglo XIX, el Servicio de Correos en México, una vez que hubo adoptado la famosa “Reforma Postal de 1840”, restaurada la República a partir de 1867 e introducido al país a partir de 1874 el naciente y pujante  medio de transporte conocido como el ferrocarril, el servicio de correos diversificó y amplió sus rutas postales, apareciendo desde ese momento en todos los ferrocarriles del país el vagón denominado “carro del correo” que más adelante se conocerían como “Oficinas Postales Ambulantes a bordo” y que se complementarían posteriormente con las llamadas “Oficinas de Transbordos”establecidas estratégicamente donde el cruce de vías o el tráfico de trenes era más intenso y por ende, transportaban mayor volumen de correspondencia. Para el año de 1900 se contaba con 96 oficinas de este tipo, cifra que creció considerablemente a mediados de los años cincuenta. La red ferroviaria que para 1968 había alcanzado una extensión de más de veinticuatro mil kilómetros, fue a lo largo de casi todo el siglo XX, hasta antes de su desmantelación a finales de los años ochenta, tal vez, la ruta postal terrestre más amplia con que contó el servicio de correos y los carros correo o vagones conocidos como oficinas ambulantes constituyeron todo un hito en la historia del correo pues estas oficinas ambulantes estaban habilitadas para depósito, transporte, clasificación y despacho de las correspondencias a bordo de ellos, así como para la conducción y distribución de la correspondencia a las administraciones postales del trayecto de cada ruta. 



carro correo (Museo del Ferrocarril - Puebla)


El Día del Cartero y el Empleado Postal

Es precisamente en uno de estos “carros correo” u “oficinas ambulante” que en los años veinte, precisamente en 1922, durante la administración del presidente Álvaro Obregón, al transitar un tren por el estado de Sonora le fueron colocados algunos explosivos dentro del mismo, pues reza la tradición que se sabía que ese tren transportaba un cargamento de 50 millones de pesos en monedas de oro; éste explotó, se descarriló y su cargamento quedó disperso a ambos lados de la vía; de los trabajadores postales que viajaban en el tren, murieron algunos y los dos que quedaron con vida, aun heridos, se dedicaron a rescatar las monedas de oro y a salvaguardar toda la correspondencia que estaba a su cuidado y no había sido destruida por la explosión.

Quien también viajaba en ese tren ese día, el Coronel del ejército Luis G. Franco, al pasar de los años, en recuerdo de ese hecho y de su simpatía hacia el gremio postal, hacia los carteros por su entrega y largas caminatas para hacer llegar la correspondencia a sus destinatarios en sus domicilios particulares, recordando en especial, aparte de este hecho heroico, la ocasión en que durante una tarde lluviosa de verano, desde la ventana de su casa contempló como un cartero se quitaba su chamarra y gorra para proteger la correspondencia que llevaba consigo y no se mojara. Esto lo motivó a no cesar en su lucha por promover que a tan significativo personaje de la vida de las ciudades, la sociedad los recordara y les dedicara un día en especial para celebrarlos, recordarlos y fue así como el 12 de noviembre de 1931, durante la presidencia del Lic. Pascual Ortiz Rubio, consiguió que se le prestara un auditorio adjunto al penal de Lecumberri y ahí celebró el primer de Día del Cartero que, hasta la fecha se celebra todos los días 12 de noviembre, desde hace 82 años, ahora como “El Día del Cartero y el Empleado Postal”.

La evolución del Servicio de Correos en México de 1580 a 1986

El Correo, de 1580 a 1776 era un negocio privado, vendible y renunciable, ejemplo de ellos: Los Correos Mayores; a partir de 1776, con Carlos III, como consecuencia de las Reformas Borbónicas se instituyó como una “Renta del Estado, situación que perduró hasta fines del año de 1883, en que con la publicación del Primer Código Postal el 18 de abril y su Reglamento el 1 de octubre de ese año de 1883, a partir del 1 de enero de 1884 se convierte en “Servicio Público” administrado y sostenido por el Estado. A partir del año de 1891, en que se crea la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, el servicio de correos pasa a depender de esta nueva secretaría y en 1901, deja de ser Administración General de Correos para convertirse en Dirección General de Correos. En el año de 1900, cuando el país contaba con una población aproximada de diez millones de habitantes, la red postal tenía una extensión de 91, 100 kilómetros, contaba con 1972 oficinas, entre una administración general, en la ciudad de México; 539 administraciones locales; 22 sucursales; 1,315 agencias de correos; 96 oficinas ambulantes; todas ellas atendidas por 9,748 empleados y en ese año el correo movió 134, 631,009 piezas postales.

En1933, durante la presidencia del General Abelardo L. Rodríguez, la Dirección General de Correos se fusiona en febrero de ese año con el servicio de telégrafos, creándose así la Dirección General de Correos y Telégrafos, misma que subsistió hasta el año de 1942 en que por Decreto Presidencial del 7 de marzo de ese año se separaron de nueva cuenta los servicios y se crearon por un lado la Dirección General de Correos y la Dirección General de Telecomunicaciones. En el año de 1986, la hasta entonces Dirección General de Correos, dependiente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, por Decreto del presidente Miguel de La Madrid Hurtado,el 20 de agosto de 1986, se convierte en el Organismo Público Descentralizado denominado “Servicio Postal Mexicano” como respuesta a la necesidad de modernizar las prácticas operativas y administrativas en busca de una mayor productividad en la prestación de los servicios de comunicación.  De esta forma, el Organismo adquiere personalidad jurídica y patrimonio propio y pasa a formar parte de la administración pública paraestatal, integrado al sector comunicaciones de la Administración Pública Federal.

Actualmente el Servicio Postal Mexicano: “Correos de México” tiene aproximadamente 27, 367 puntos de servicio, 2,198rutas postales  y 332 circuitos urbanos que al año, tomando en cuenta lo que se conoce como rutas postales de superficie y las rutas postales aéreas, recorren una distancia de 4, 800,000 kilómetros durante los 365 días del año. Cuenta con 1,255 oficinas propias, e las cuales 1,146 están abiertas al público y 109 no tienen servicio al público.24, 663 puntos de servicio con terceros, 1,115 ventanillas del servicio de Mexpost, dentro de las mismas oficinas de correos y 64Centros de Clasificación; tiene 18, 801 empleados de los cuales ( 0000 ) son carteros y trabajadores de base y maneja al año de 206 millones de piezas postales, teniendo ingresos por tal concepto alrededor de 760 millones de pesos.

Los Servicios que presta el servico Postal mexicano: “Correos de México”
Nota: la información que se trancribe a continuación ha sido tomada de la página web de SEPOMEX “Correos de México”
Hoy en día, el Servicio postal Mexicano tiene divididos los servicIos que presta al público usuario en dos tipos:

SERVICIOS PERSONALES Y SERVICIOS EMPRESARIALES

Correspondencia
Cartas y tarjetas postales.- Escribir una carta nos pone en contacto con nuestros amigos, hijos, padres, familiares y nos brinda la posibilidad de expresarnos y comunicarnos, con la diligencia y sigilo que maneja el correo.

Impresos.- Servicio dirigido a usuarios que requieren enviar comunicaciones impresas con fines promocionales o informativos, y que se presentan en hojas, folletos, dípticos, trípticos, formatos de tarjeta postal o navideña, catálogos, etc.

Paquetería Nacional.- Son los envíos de mercancías y/o promocionales que, por sus dimensiones y peso, deben presentarse en cajas o tubos.

Paquetería Internacional.- El correo maneja dos tipos de envíos de paquetería internacional, dependiendo de la celeridad que se desee al envío:

Giros
Giros Postales.- Es la transferencia de dinero de una población a otra dentro del territorio nacional a través de las administraciones de correos, mediante la emisión de una orden de pago a favor de un beneficiario.
Giros Reembolso.- Es el compromiso que adquiere Sepomex para cobrar, a nombre del cliente, el valor declarado del paquete depositado y la entrega del importe al cliente.

Aviso de Pago de Giros.- Este servicio consiste en otorgar al solicitante una constancia del pago del libramiento, y se podrá solicitar en el momento de la expedición del mismo, o dentro de los 30 días siguientes.
 
Mensajería

Envíos de documentos o paquetería de forma acelerada. 

Recepción
Lista de Correos.- Con este servicio podrás recibir correspondencia y envíos en la administración de correos que elijas, cuando no tengas una dirección física con reparto o bien te encuentres, de manera temporal fuera de la ciudad en que resides.
 
Poste Restante.- Con este servicio podrás recibir correspondencia y envíos en la administración de correos que elijas, cuando no tengas una dirección física con reparto, te encuentres, de manera temporal fuera de la ciudad en que resides o bien simplemente deseas que la entrega de tu correspondencia sea confidencial.

Apartados Postales.- Para mayor seguridad y confiabilidad en la recepción de correspondencia, o si no cuentas con una dirección permanente, el Servicio Postal Mexicano te ofrece la contratación de una caja de apartado en la administración de correos de tu elección, donde podrás recoger tú correspondencia durante el horario establecido.

SERVICIOS EMPRESARIALES
El Servicio Postal Mexicano, “Correos de México” ofrece servicios especiales para empresas como envío de correspondencia masiva, paquetería especializada, soluciones para gobierno, entre otros.

Depósitos Masivos (Nacional)

Cartas
Respuestas a promociones comerciales (Piezas salida con Sepomex)
Respuestas a promociones comerciales (Piezas salida sin Sepomex)
Respuestas a promociones comerciales internacionales E.U.A México (CCRI)
Publicaciones periódicas
Impresos depositados por sus editores o agentes
Paquetería local y foránea
Propaganda comercial con destinatario expreso
Propaganda comercial sin destinatario expreso
Propaganda comercial con respuesta a promoción incluida con destinatario expreso 
Servicios Adicionales
Registros Postales
Depósitos masivos de cartas
Depósitos masivos publicación periódica
Depósitos masivos de impresos
Depósitos masivos de propaganda comercial
Depósitos masivos de respuestas a promociones comerciales
Depósitos masivos de paquetería
Depósitos masivos sacas especiales “M” (internacional)
Autorización de máquina franqueadora de habilitación remota
Respuestas a promociones comerciales internacionales EUA – México (CCRI)
Depósitos masivos de propaganda comercial con respuesta incluida 
Múltiple (publicaciones periódicas) 
Pieza
Registrado
Acuse de recibo
Acuse de recibo para paquetería
Servicio de notificación
Giro reembolso
Aviso de pago de giro
Franqueo en ventanilla del correo
Franqueo en ventanilla del correo con etiqueta (pegada por el cliente)
Franqueo en ventanilla del correo con etiqueta (pegada por el correo)

Depósitos masivos (internacional)
Cartas
Sacas especiales "M"

Mexpost masivos (nacional) 
Nacional terrestre
Nacional aérea
Prepagada

Mexpost masivos (internacional)
Internacional EMS

Servicios Adicionales Mexpost

Ensobrado (Por pieza)
Compaginado
Etiquetado (Por pieza)
Clasificación (Por pieza)
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