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A la llegada de los españoles al territorio ocupado por aztecas, mayas, tarascos, mixtecas, zapotecas y tlaxcaltecas, existía un sistema de “postas” que realizaban grandes corredores. El caballo no existía en América y eran los propios hombres los que enlazaban los distintos puntos de esas vastas regiones. Los paynanis o “corredores ligeros” y los iciuchcatitlantis o “mensajeros que van de prisa”, recorrían las enormes distancias intercambiando las noticias.


Los aztecas tenían albergues o postas llamadas techialoyan donde se hacía el relevo de los corredores. Estos albergues o torrecillas distaban a seis millas unos de otros y en ellos estaban los correos prestos al relevo. Al expedirse el primer correo, éste corría veloz hasta la primera posta donde comunicaba a otros la noticia o entregaba las pinturas que representaban el informe. El segundo corredor se trasladaba a la siguiente posta y así continuaba una especie de carrera de relevos que cruzaba todo el país.

Los “correos” se preparaban desde niños para esa tarea, y su educación estaba a cargo de los sacerdotes. Por este sistema, Moctezuma tuvo noticias de la llegada de los españoles.

 

 

Los españoles de la conquista y de los primeros tiempos del virreinato continuaron utilizando el servicio de los paynanis, alternados con propios a caballo, aunque éstos eran escasos en aquella época.
Es posible que la legendaria figura de Sebastián de Aparicio, el “primer charro y arriero” de América, llegado a Veracruz en 1533, también prestara servicios de correo valiéndose de su primitivo sistema de transporte a base de carretas tiradas por bueyes.
El primer documento de la época acerca de una organización más eficiente del correo es la cédula real de 31 de mayo de 1579, por la que se otorgó merced a Martín de Olivares para ejercer el oficio de Correo Mayor de la Nueva España; y que entró en funciones el 27 de agosto de 1580.

 

Por real decreto del 27 de noviembre de 1765, se derogó el monopolio personal del servicio de correos y se incorporó al Estado el cargo de Correo Mayor de la Nueva España.


Con la nueva organización se crearon administraciones de estafeta en Aguascalientes, Celaya, Irapuato, Lagos, León, Salvatierra, San Miguel, Guanajuato, Valladolid, Pátzcuaro, San Juan del Río y Querétaro.


El 8 de junio de 1794 se amplió el servicio por medio de la Ordenanza General de Correos, Postas, Caminos y demás ramas; adscrito a la Superintendencia General de Correos. En 1763 había comenzado un correo de mar entre España y las posesiones americanas por medio de un paquebote de La Coruña a la Habana, en Cuba, desde donde se repartía la correspondencia, y se crearon oficinas en Campeche y Veracruz. De este último puerto salía todos los meses un barco correo hacia La Habana.

Todo este primitivo sistema quedó interrumpido por la guerra de Independencia.

 

 

Ya en la época independiente (ley de 16 de noviembre de 1824), se dictó una ley y el correspondiente reglamento que transferían a la Secretaría de Hacienda el manejo de la Renta de Correos, la cual se siguió rigiendo por la Ordenanza General de Correos de 1794 con algunas modificaciones introducidas en 1824, 1848 y 1852.
En 1830 tres estadounidenses de Nueva Inglaterra establecieron la primera línea de diligencias entre Veracruz y la ciudad de México, pasando por Jalapa; además del servicio de pasajeros, proporcionaban un eficaz traslado de la correspondencia. Esta línea de diligencias con coches del tipo Concord fabricados en E.U. pasó posteriormente a manos del mexicano Manuel Escandón quien, con su socio Anselmo Zurutuza, le dio gran impulso.

 

 

 
Por decreto de 21 de febrero de 1856 se estableció el “franqueo previo” y las estampillas postales. La primera estampilla postal o sello de correos entró en circulación en México el primero de agosto de 1856 con la efigie del cura Hidalgo y con valores de medio real, dos, cuatro y ocho reales.
El convulso periodo de la República (1856-1867), la Guerra de los Tres Años, la intervención francesa y el Imperio de Maximiliano, entorpecieron el uso de los sellos y trastornaron todos los servicios de correos. Sin embargo, durante el imperio de Maximiliano se estableció el servicio postal urbano y se adoptó el uso de sobres para las cartas.

Restaurada la República, a partir de 1867 se reorganizaron los servicios postales, y en 1868 se inició la circulación de impresos y folletos en calidad de correspondencia de segunda clase. Poco después se creó el servicio de giros postales para el interior del país.

Con la inauguración del ferrocarril, en 1872 , se logró extender el servicio postal y se organizaron las administraciones de correo. En 1876 se incorporó México a los convenios de la Unión Postal Universal (UPU) y poco después se redactó el primer código postal, vigente el primero de enero de 1884 y reformado en 1895. Por este nuevo código la Renta de Correos pasó a depender de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas.

 

 

En los albores del siglo (1901), La administración de Correos fue convertida en Dirección de Correos y en 1906 se inauguró el palacio postal.
Después de la Revolución el país volvió a una era de tranquilidad con la Constitución de 1917 y los servicios de correos fueron nuevamente reorganizados. Uno de los hechos más sobresalientes en la historia del correo de México, lo constituye el establecimiento del primer transporte aéreo de correspondencia, inaugurado en 1917 por el piloto Horacio Ruiz, que enlazaba Pachuca y la ciudad de México. Fue uno de los primeros servicios postales de esta clase que hubo en el mundo. Si se tiene en cuenta que Charles Lindbergh, el aviador estadounidense que realizó en 1927 la primera travesía sin escala Nueva York-París, fue uno de los pioneros en el país del servicio postal aéreo, se comprenderá la importancia de la línea Pachuca-Ciudad México, abierta 10 años antes del histórico vuelo de Lindebergh.

Un nuevo código postal se promulgó en 1926 y poco después México ingresó a la Unión Postal de las Américas y España. En 1931 se promulgó la primera Ley de Vías Generales de Comunicaciones y Medios de Transporte que incluyó el correo entre las comunicaciones modernas. Al año siguiente (1932) se promulgó una nueva ley y en 1939 se dictó el libro texto de la Ley de Vías Generales de Comunicaciones que continúa vigente.

Hasta el presente, los servicios de correos mexicanos se han seguido ampliando y recibiendo mejoras. Entre otras se citan: 1933, se vincula el servicio postal con los teléfonos, para separarlos de nuevo en 1942, año en que se estableció el servicio de rutas postales internacionales; 1945, se funda la Escuela de Capacitación Postal para preparar a los empleados del ramo; 1956, se celebra el centenario de la estampilla postal mexicana y se lleva a cabo la Exposición Filatélica Internacional. A partir de 1950 se establecieron nuevas oficinas postales en todo el país.